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Juan Carlos Girauta

Extrañas parejas

Si yo fuera comunista los detestaría. Siendo anticomunista, los admiro. Me atrevería a afirmar que los amo. Ellos solos, con lo poco que son, han acabado con cualquier esperanza de reflote marxista.

Se llevan ahora mucho los matrimonios –o lo que sea– de políticos enfrentados. En Francia, la zapatera prodigiosa Ségolène Royal, candidata socialista al Elíseo, ha sido desautorizada por su hombre, el primer secretario del PS François Hollande, por culpa de la política fiscal. Él, como buen izquierdista, quiere más impuestos; ella, que es candidata socialista precisamente por ser de derechas, quiere menos. Un regalo para Nicolas Sarkozy.

En Estados Unidos podrían exhibir unos cuantos trapos sucios la también candidata presidencial Hillary Clinton y su esposo, el ex presidente y ex puro (habano) Bill. Puestos a discrepar, seguro que se las tendrían a cuenta de la extensión de la sanidad o de la política internacional, con el agravante del olor a cuerno quemado que aún impregna, tras años de ventilación, la Casa Blanca. Pero a él le conviene estarse calladito dada la naturaleza de uno de los trapos más sucios, el vestido de una becaria aficionada a los puros presidentes.

Por no ser menos, los catalanes también tenemos nuestra pareja político-sentimental. Local, tontaina y progre. Imma Mayol y Joan Saura representan algo de difícil definición. Digamos la nada. El uno está encargado de desalojar a los okupas que la otra defiende con ardor. Este par de rojiverdes han levantado un patrimonio inmobiliario, supongo que juntando dos sueldos oficiales con un cero más de lo merecido. Un cero sorprendentemente a la derecha. Tanta épica psuquera, tantos libros, tanto poumista despellejado y tanta cárcel para que, corriendo los años, todo confluya en una desahogada economía familiar.

Si yo fuera comunista los detestaría. Siendo anticomunista, los admiro. Me atrevería a afirmar que los amo. Ellos solos, con lo poco que son, han acabado con cualquier esperanza de reflote marxista. Para Gianni Vattimo, el pensamiento débil "ha de hacernos mirar de una forma nueva y más amistosa a todo el mundo de las apariencias, de los procesos discursivos y de las formas simbólicas, y a verlos como ámbito de una posible experiencia del ser".

No cabe duda: nuestra pareja encarna la nueva era. Por eso la misma señora que, siendo alcalde accidental de Barcelona, desalojó de mala manera a los sin papeles de la Plaza de Cataluña, puede declararse alegremente "antisistema". ¡Ella, que es el sistema! En cuanto a su novedosa teoría de que ciertos delincuentes no son tal porque el Código Penal le da mal rollo, se sitúa fuera del pensiero debole de Vattimo. De hecho, se sitúa fuera del pensamiento.

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