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José Carlos Rodríguez

La experiencia democrática

Menos mal que España no vive una "experiencia democrática" como la de Venezuela. No tenemos a un cursi iluminado en el poder, ni se pueden negar la renovación de las licencias a emisoras importantes por el hecho de ser críticas con el poder.

"Patria, socialismo o muerte", valga la redundancia, es el nuevo lema de Hugo Chávez. Dispuesto a llevar hasta sus últimas consecuencias "la experiencia democrática de Venezuela" que proclamó el intelectual Almodóvar en la primera manifestación del Noalaguerra, está siguiendo todos los pasos precisos para convertir la ficción democrática que vive ese país en una certeza totalitaria.

Menos mal que España no vive una "experiencia democrática" como la de Venezuela. No tenemos a un cursi iluminado en el poder, ni se pueden negar la renovación de las licencias a emisoras importantes por el hecho de ser críticas con el poder, como ha hecho Chávez con Radio Caracas-Televisión. Tampoco se está criminalizando a la oposición por el hecho de serlo.

Es más, aquí sería impensable lo que está teniendo lugar en Venezuela. Chávez habla constantemente del proyecto "bolivariano" en referencia al famoso libertador. Sólo tenemos que recordar que lo que deseaba Simón Bolívar para sí mismo era el poder vitalicio con un Senado hereditario y un Congreso elegido por sufragio para darle una apariencia democrática. Afortunadamente para la "Gran Colombia" de entonces, la república bolivariana fracasó. Aquí, ¿quién iba a mirar al pasado para elegir un modelo fracasado como excusa para transformar nuestra realidad democrática? ¿Se permitirían en estas latitudes, en el corazón de Europa, en el centro cósmico de la Alianza de Civilizaciones, estas pretensiones tan totalitarias?

Es evidente que no sólo las permitimos, sino que todo eso está pasando ante la mirada conformista, cuando no entusiasta, de parte de los españoles. Pero no cabe llevar la comparación más allá de eso. En Venezuela el grueso de los ingresos del Estado depende de la extracción de un mineral, mientras que en nuestro país proviene de los impuestos sobre nuestra renta o nuestra riqueza. Aquí el Estado tiene que contar con la gente para sobrevivir; allí no. Además hay media España que no está dispuesta a resignarse ante todo el proceso de demolición de las instituciones, mientras que en Venezuela la respuesta civil es minoritaria e insuficiente.

Venezuela ha escrito su futuro con letras de sangre: "Socialismo del siglo XXI", lo ha bautizado Chávez. Está nacionalizando las grandes empresas, lo que llevará a lo que resta se sociedad organizada al caos y a la miseria. Cuando las cosas se pongan feas hará uso de sus nuevos poderes, cuando los imponga en la nueva Constitución, que le permiten gobernar por decreto durante año y medio, nada menos. Nacionalizará la sanidad y la educación. Y podrá estar en el poder hasta 2021, convirtiendo por fin a Venezuela, como ha prometido, en una "república bolivariana". Nosotros tendremos más suerte.

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