Menú
Carlos Semprún Maura

El retablo de las maravillas

Los medios, siguiendo la corriente gubernamental, están tan obsesionados con el clima que apenas comentan un verdadero calentamiento: coches incendiados, un autobús también y su conductor apaleado, ataque a una comisaría...

"El cambio climático traerá más calor, más sequías y lluvias torrenciales", titulaba El País el pasado sábado, refiriéndose a la reunión de expertos y cantamañanas que tuvo lugar en París la semana pasada. Si hubieran añadido "olas de frío", el panorama del delirio colectivo hubiera sido más completo (¿cómo se compaginan "sequías" y "lluvias"?). Esta y otras manifestaciones supersticiosas constituyen un gigantesco retablo de las maravillas, en el que si no ves lo que no existe no eres cristiano viejo; ni siquiera puedes ser elegido alguacil. Menos mal que países como Estados Unidos, Brasil, Rusia, China, India, Australia, etc., los más poblados y con regímenes políticos muy diferentes, se niegan por ahora a participar a esa estafa peligrosa, cuyos primeros resultados, si se aplican las mamarrachadas previstas, serán un aumento generalizado de los impuestos y un freno al desarrollo industrial y tecnológico y, por lo tanto, al desarrollo económico.

Pero los franceses pueden estar orgullosos de su presidente menguante, como la luna de la canción, porque no sólo le ha robado a Al Gore la posición como vedette medioambiental número uno, sino que se ha puesto a decir tantas tonterías sobre política internacional como Ségolène Royal. El otro día, recibiendo en el Eliseo a tres periodistas norteamericanos, declaró entre otras sandeces que Irán no tenía interés en fabricar armas nucleares, porque si se le ocurría lanzar un misil nuclear contra Israel, por ejemplo, no sólo sería inmediatamente destruido en vuelo, sino que Teherán sería fulminantemente barrida del mapa. Luego, se asustó y anuló la entrevista cuando ya estaba publicada y organizó otra para explicar que se trataba de una broma (boutade). Sus servicios explicaron que, pese a las chorradas de su presidente, la política de Francia no había cambiado: seguían abogando a favor de una negociación con Teherán, para que sean buenos chicos y sustituyan sus centrales nucleares por eólicas.

Los medios, siguiendo la corriente gubernamental, están tan obsesionados con el clima que apenas comentan un verdadero calentamiento, o sea, el rebrote de la intifada en los suburbios parisinos: coches incendiados, un autobús también y su conductor apaleado, ataque a una comisaría, una agente de policía enviada al hospital, apedreada, y hasta disparos. Esas "alegres gamberradas" transcurren en las Yvelines, al norte de París. Lo de siempre, sin importancia, hasta que los imanes se decidan.

Por fin, José Bové, el carca (peor que Le Pen, según Claude Allègre), ha decidido ser candidato a las presidenciales. Es una buena noticia, porque va a dividir aún más a la "izquierda de la izquierda", o sea la extrema derecha.

En Internacional

    0
    comentarios