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EDITORIAL

Salgado y su "saludable" boicot al vino

Las obsesiones intervencionistas de esta ministra empiezan a ser un peligro, no ya para nuestra salud, sino para nuestra libertad.

Tras sus excesos liberticidas contra el tabaco y su anoréxica obsesión contra las hamburguesas, el "Ejército de Salvación" de la ministra de Sanidad acaba de emprender una nueva cruzada, esta vez, contra la que Louis Pasteur calificó como "la más sana e higiénica de las bebidas": el vino.

Poco importa que desde Hipócrates ya se conocieran los aspectos saludables y terapéuticos del vino, o que éste sea parte esencial de nuestro paisaje y de nuestra cultura mediterránea, o que sea una parte importante de la riqueza y la economía nacional o que decenas, tal vez centenares, de miles de personas vivan de una manera o de otra de su cultivo, producción, comercialización y venta: la ministra Salgado no ha tenido reparos en seguir tratando a los ciudadanos como irresponsables menores de edad considerando al vino como una "peligrosa bebida alcohólica" cuya comercialización y difusión debe ser restringida.

Parece que las discrepancias en el propio gabinete socialista ante ese proyecto, así como reuniones de última hora con las asociaciones del sector afectado, han llevado a la ministra a reprimir sus pulsiones liberticidas. Ahora Salgado dice que se respetarán "las promociones y las difusiones previstas", aunque insista en incluir al vino en la futura ley sobre el alcohol.

Veremos en qué queda. Lo que resulta evidente es que las obsesiones intervencionistas de esta ministra empiezan a ser un peligro, no ya para nuestra salud, sino para nuestra libertad.

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