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La fe climática

Las proyecciones sobre el futuro están sometidas a enormes incertidumbres. Los economistas son prácticamente unánimes en que una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono tiene un precio absolutamente insoportable para la humanidad.

La revelación proviene de la ciencia pero los reveladores no se ponen de acuerdo y hablan en términos de probabilidades, lo cual no empaña la fe de los verdaderos creyentes, cada vez más numerosos y fundamentalistas. Bien al contrario, los poseídos por la fe laminan las dudas blindando los dogmas e incrementan su celo con autos de fe contra descreídos y heréticos. Empieza a pasar como con los islámicos: la mera discusión es blasfema y las excomuniones se prodigan a diestro y siniestro.

Contamos ahora con un nuevo documento con el doble halo de infalibilidad que ennoblece lo científico y lo onusiano. Es el nuevo informe sobre el calentamiento global, el cuarto desde 1990 (los otros datan de 1995 y 2001), del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas. En realidad lo que apareció a principios de mes es sólo un resumen de 21 páginas que anuncia un texto de 1.400 para el próximo mayo. El anticipo no es obra de los autores del trabajo sino de funcionarios pertenecientes en su mayor parte a estados con intereses en la reducción de las emisiones de anhídrido carbónico. Fieles al catastrofismo que de ellos esperan los auténticos creyentes no han hecho más que resaltar los aspectos alarmistas. Los medios afines, que son legión, como corresponde a una ortodoxia progre a la que se pliegan muchos que no pretenden serlo, se han deleitado en destacar la afirmación de que se considera altamente probable que la acción humana influya en el calentamiento.

Seguimos con probabilidades. La discusión entre científicos es sobre la cuantía de ese cálculo, extraordinariamente discutible. Los escépticos no tienen cabida en el panel por grande que sea su categoría profesional. Mientras tanto el calentamiento del que hablamos es de algo así como 0,7 grados centígrados a lo largo de todo el siglo XX. Del 2001 al 2006 tres centésimas de grado. En los últimos años los océanos se han enfriado ligeramente. Los que han visto el informe completo dan una idea de lo que oculta su resumen. Muchas de las predicciones alarmistas de años anteriores han sido rebajadas.

Sin duda, estos milenarismos climáticos están haciendo avanzar una serie de ciencias que humildemente han de reconocer que están lejísimos de dominar su enormemente complejo objeto de estudio. Hasta los más profanos sabemos que la historia de la ciencia está plagada de errores y caminos que no llevaban a ninguna parte. Cada vez se conoce un mayor número de datos seguros y hay una mayor cantidad de mediciones, pero muchos de los resultados son contradictorios. Se habrá avanzado en un sinnúmero de detalles, pero para los legos la cosa se parece mucho a como estaba hace 20 o 30 años. Una mayoría de científicos, no abrumadora, piensa que es probable que la acción humana tenga un efecto decisivo en el calentamiento que la tierra está experimentando. Una minoría apreciable lo duda. Las proyecciones sobre el futuro están sometidas a enormes incertidumbres. Los economistas son prácticamente unánimes en que una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono tiene un precio absolutamente insoportable para la humanidad. El sentido común indica que el progreso tecnológico encontrará soluciones mucho más eficaces y baratas.

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