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Amando de Miguel

Protestas de algunos libertarios

Me hace gracia que, por defender yo los derechos de los fumadores (aunque sean primordiales los de los no fumadores), entienda don Jesús que yo tengo que ser fumador. Pues no lo soy y me molesta el humo en los lugares cerrados.

Esta seccioncilla se fundamenta en la libertad, como es fácil de entender. Así pues, la libertad de crítica resulta primordial. La cual es compatible, naturalmente, con los plácemes que recibo por mantener este rincón de las palabras. Acuso las críticas y gozo con las felicitaciones.

Pedro Campos se queja con desproporcionada acrimonia: "De tarde en tarde echo una ojeada a su página La lengua viva y cada vez me produce más asombro comprobar cómo alguien que no tiene ni idea de lingüística se atreve a escribir sobre este tema [...] ¿Por qué no estudia un poco de historia de la lengua en lugar de escribir mixtificaciones? [...] ¿Por qué no escribe usted de algo que conozca?". Reconozco que no soy un filólogo ni nada parecido, tampoco un historiador. Pero me interesan los avatares de las lenguas, especialmente de la que considero mía y que tanto me define. He escrito algunos libros sobre el idioma castellano y más de 1600 artículos sobre el particular. Escribo sobre lo que me interesa, no tanto sobre lo que ya conozco, precisamente porque escribir equivale a penetrar por la senda del conocimiento. La actitud de la persona que utiliza el intelecto es la de indagar lo que no conoce del todo. Además, ¿quién es don Pedro o el Cristo que lo fundó para decirme a mí sobre lo que tengo que escribir? Francamente, don Pedro, sospecho que anda usted resentido por algo que ignoro y que no quisiera yo investigar. Pero, si tanto agobio le causan mis escritos, hágame caso, no los lea. Aquí nos reunimos –los libertarios y yo– para pasarlo bien. Bien es verdad también que de las críticas fundadas sacamos todos provecho.

Saddam Hussein (supongo que es un seudónimo) comenta: "Veo que sigue escribiendo sandeces sobre cosas sobre las que no tiene ni remota idea, aun siendo conocidas por el común de los mortales [... concretamente], mea fuera del tiesto, como siempre". Todo ello a cuento de mi opinión sobre el futuro del idioma japonés. Para mí ese futuro estaría más asegurado si el japonés pasara a escribirse con caracteres latinos. Con esa treintena de signos se escriben la mayor parte de los idiomas de comunicación internacional. El japonés no es parte de ese elenco y merecería serlo. Comprendo que se trata de una idea arriesgada y muy discutible. No soy "niponólogo" ni nada parecido, pero puedo opinar. No hace falta ser César para entender a César. Sea como sea, no hay por qué recurrir a la descalificación inmisericorde. Mi juicio no es "la pobre opinión de un ignorante mesetario, escrita en un panfleto electrónico filofascista", como concluye don Saddam. Una persona que se hace llamar Saddam Hussein sí que es fascista. Cree el ladrón...

David Alvarez (Viladecans, Barcelona) me envía un emilio furibundo protestando por la interpretación de sus palabras. Aunque yo recogía frases literales suyas, don David sostiene que yo he hecho una "manipulación asquerosa" de sus palabras. Insiste don David: "la unidad de España me es indiferente". Por tanto, es falso que defienda "la catalanidad". Simplemente, no le gusta "el estado, no el español, sino el concepto" mismo de Estado. En conclusión, "esta será la última comunicación que mantendré con usted". ¡Qué españolazo es usted, don David! Lo digo con encomio. Siento que rompa la comunicación conmigo. Le pido perdón por haber interpretado mal su pensamiento. Lo he hecho sin mala intención, créame. Si es usted "un verdadero libertario", como se define, no deje de seguir en este pacífico palenque.

Jesús Calvo protesta por mi tímida defensa de los derechos de los fumadores. Don Jesús se siente agradecidísimo a la ley antitabaco, "aunque no sea votante del PSOE ni creo que lo sea nunca porque [los socialistas] están destrozando el país". Concluye su filípica: "Creo que tendrías que reconocer que los fumadores habéis tenido el monopolio del fumeteo durante toda la vida" y que ahora toca plegarse a los derechos de los no fumadores. Me hace gracia que, por defender yo los derechos de los fumadores (aunque sean primordiales los de los no fumadores), entienda don Jesús que yo tengo que ser fumador. Pues no lo soy y me molesta el humo en los lugares cerrados. Pero también entiendo que las personas que fuman tienen un cierto derecho a disfrutar a su modo. Creo que la mínima corrección que ha hecho la Comunidad de Madrid a la ley antitabaco está puesta en razón. Diré más, mientras el tabaco sea un uso social, no debería dificultarse su venta y su publicidad. Otra cosa es que haya limitaciones, como abstenerse de fumar en sitios públicos no ventilados. Como cuestión de forma, diré a don Jesús que uno puede defender intereses que no son los propios. Esa es la grandeza de una sana democracia. Ojalá haya fumadores que defiendan los derechos de los no fumadores.

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