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Álvaro Bardón

Un buen programa de gobierno

Libertad para todos los taxis y colectivos; libre desarrollo de las ciudades para abaratar el metro cuadrado de vivienda. Completa libertad de enseñanza y creación de colegios y universidades.

El problema económico, social y político de Chile está en que no se les da el poder a las personas, sino que, al revés, aumentan las prohibiciones, regulaciones, impuestos y restricciones a sus derechos.

Esto lo vamos a corregir y dejaremos unos seis ministerios, más una oficina técnica para que distribuya bonos para los más pobres y la gente con problemas. Todo lo demás se cierra por inútil y hasta corrupto, lo cual permitirá reducir la tributación a una tasa plana, entre 12 y 14 por ciento. La plata sobra, sobre todo si se considera la venta de unas 40 de las 100 empresas estatales. Se pueden eliminar impuestos, como contribuciones, timbres y herencia.

No más PSU (Prueba de Selección a las Universidades), programas oficiales de estudios ni acreditaciones. Los colegios y hospitales serán administrados por apoderados, profesores, médicos, municipios y organizaciones voluntarias que gozarán de incentivos tributarios. Competencia para lograr calidad.

La economía la vamos a abrir para abaratar los alimentos, autos, ropa, remedios, crédito y seguros. Habrá completa movilidad de capitales y trabajadores; las aduanas se cerrarán. Esta sí que es una política exterior de verdadera hermandad y no la actual, de reuniones inútiles y de copiar cuanta tontería represiva se nos ordena, como en las drogas, donde siempre hubo libertad, desde que el mundo es mundo. Vamos a ser independientes y no aceptaremos imposiciones de la ONU o de Estados Unidos. ¡Viva Chile libre! Para la estabilidad y el desarrollo es mejor eliminar el riesgo cambiario, así que vamos a cerrar el Banco Central y a usar el dólar o el oro como moneda, en un contexto de banca libre.

Por respeto al trabajador, se le devolverá su derecho a firmar contratos con libertad; así tendremos pleno empleo y mayor igualdad, a partir de la eliminación de toda traba al emprendimiento mediano y pequeño. Ningún control ni papel por dos años. Libertad para todos los taxis y colectivos; libre desarrollo de las ciudades para abaratar el metro cuadrado de vivienda. Completa libertad de enseñanza y creación de colegios y universidades.

Para evitar los líos legales en cuestiones sexuales y las discriminaciones, se privatizará el matrimonio. Que vuelva a ser un contrato voluntario, con testigos, amigos y curas, donde el que incumple paga, igual que en un Estado de Derecho.

Para reducir el crimen, tendremos policía y justicia que pille y castigue a los delincuentes. Más privatización, con participación e inversión de empresas, vecinos y colegios; más arbitrajes civiles y más fuerzas armadas en el orden interno. Cuando legalicemos las drogas, se acabarán los narcos, por lo que el crimen, los secuestros y robos bajarán dramáticamente, como cuando se derogó la Ley Seca.

Todos los papeles de vergüenza –como el carnet de identidad, de manejar o pasaportes– se "darán" de una vez para siempre, igual que los permisos hasta para ir al baño. Los activos ociosos del Estado -tierras, minas, casas, islas, playas- serán entregados a los chilenos para que los trabajen.

Con estas propuestas –que usted, socialista, debe considerar locuras–, nuestro ingreso per cápita se disparará a más de 30.000 dólares anuales. ¿O cree que somos racialmente más tontos que la gente de Nueva Zelanda, Dinamarca, Hong Kong, Miami, Irlanda y las naciones emergentes del Oriente?

Otro día veremos el avance hacia el federalismo, las inscripciones electorales, el voto y el servicio militar voluntarios, el fin de las reelecciones, de los gastos reservados, instrumentando una verdadera reforma del Estado, sin sueldos altos.

En Libre Mercado

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