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Guantánamo y la hipocresía de la izquierda

Europa no parece haber entendido la naturaleza de la amenaza a la que nos enfrentamos. Pretendemos combatir como a vulgares delincuentes a fanáticos que no dudarán con petrificar cualquier ciudad europea si les damos la más mínima oportunidad de hacerlo.

Mal tiene que ver el PSOE las encuestas de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas para que haya tenido que resucitar el fantasma de la guerra de Irak con tanta virulencia. Tras rasgarse reiteradamente las vestiduras por la inexistencia de unas armas de destrucción masiva que ellos mismos creían que existían, ahora cargan contra Guantánamo como si se tratase del mayor crimen cometido contra la humanidad en toda su historia. El problema para el PSOE es que si ese discurso le dio magros resultados en las elecciones de 2003, cinco año después ni Irak ni Guantánamo parecen revulsivos suficientes para encandilar a un electorado profundamente desencantado con Zapatero.

Desde el Partido Popular se han apresurado a afirmar que los policías españoles fueron a Guantánamo en misión humanitaria con la intención de poder repatriar a cualquier compatriota que se encontrara en esa prisión. Puede que fuera así, pero tampoco sería condenable que los servicios de información policiales hubieran interrogado a posibles terroristas sospechosos de tener vinculaciones con España. Es cierto que esas declaraciones no tendrían valor judicial, según sentencia del Tribunal Supremo, pero es incuestionable que esa información tendría un valor esencial para nuestra inteligencia. Ojala ese trabajo se hubiera realizado aún con mayor intensidad y no tuviéramos que haber lamentado 192 muertos en un atentado terrorista posterior.

Europa no parece haber entendido la naturaleza de la amenaza a la que nos enfrentamos. Pretendemos combatir como a vulgares delincuentes a fanáticos que no dudarán con petrificar cualquier ciudad europea si les damos la más mínima oportunidad de hacerlo. Si finalmente lo consiguen, Dios no lo quiera, haciendo explotar una bomba nuclear o simplemente radiológica en una de nuestras ciudades, a los europeos nos parecería que la respuesta dada por Washington al 11-S no fue tan desproporcionada como ahora pretende hacernos creer Zapatero.

La rentabilidad electoral para el PSOE de esta nueva ofensiva sobre el pasado está por ver. Pero los costes en política internacional para nuestro país son fácilmente mesurables. Es muy posible que a muchos gobiernos europeos no les siente muy bien la demagogia que ahora hace Zapatero sobre estos asuntos. Tampoco parece que criminalizar a Estados Unidos sea el mejor camino para reconciliarse con la primera potencia del mundo.

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