Menú
GEES

Falsas apariencias

No es la primera vez que se utilizan generosas ayudas económicas para seducir al excéntrico régimen para que abandone sus aspiraciones nucleares. Se intentó sin éxito hasta que en 2005 Pyongyang interrumpió las negociaciones de forma voluntaria.

Cuatro meses después de su primera prueba nuclear, Corea del Norte volvió a las conversaciones a seis bandas. Tras varios días de negociaciones en Pekín, las partes firmaron un documento que contiene los primeros pasos para la desnuclearización del régimen. A primera vista resulta incluso esperanzador, por lo menos si valoramos que Estados Unidos no estaba sólo en las conversaciones como en anteriores ocasiones. Sin embargo, sería muy arriesgado hablar de un acuerdo satisfactorio.

Ante todo es mucho menos rotundo que la resolución 1.718 aprobada en octubre pasado por el Consejo de Seguridad tras la prueba nuclear norcoreana. Su juego había llegado demasiado lejos y se le impusieron una serie de sanciones que tampoco hubieran tenido efecto en una economía ya sumida en el colapso. Con el nuevo acuerdo, Pyongyang simplemente se compromete a cerrar y sellar su principal reactor nuclear, Yongbyon, permitiendo el acceso de los inspectores internacionales. Dispone para ello de 60 días pero lo más probable es que insista en esperar por lo menos hasta que el resto de las partes se presenten con 50.000 toneladas de petróleo, la avanzadilla de una ayuda que podría alcanzar el millón de toneladas de combustible. El nuevo compromiso omite, además, cualquier referencia a los programas de armas biológicas y químicas, así como de enriquecimiento de uranio que Pyongyang rechaza poseer pero del que Estados Unidos sospecha.

Como mucho se puede esperar que se den los primeros pasos para restablecer las relaciones bilaterales entre Kim Jong Il con Washington y sus aliados, como hace seis años. En aquella época, también había inspectores internacionales en Yongbyon y el país recibía ayuda y petróleo, como le acaban de prometer ahora. Entonces la población, sometida un temeraria dictadura totalitaria, se moría de hambre. Seis años después las cosas no han cambiado. Sólo hay una diferencia: en 2001 Kim Jong Il aún no había llevado a cabo una prueba nuclear, ahora sí.

No es la primera vez que se utilizan generosas ayudas económicas para seducir al excéntrico régimen para que abandone sus aspiraciones nucleares. Se intentó sin éxito hasta que en 2005 Pyongyang interrumpió las negociaciones de forma voluntaria. Ahora sería un error enviar el mensaje a Irán de que goza de total inmunidad para hacer lo que le dé la gana gracias al chantaje nuclear.

La garantía de que Pyongyang vaya cumpliendo con cada uno de los pasos que ha prometido es difícil de creer, y no solamente porque haya roto todas y cada una de sus promesas anteriores. El país cuenta con numerosos túneles, bunkers y subterráneos donde pueden esconder fácilmente cualquier tipo de producción prohibida. Los próximos dos meses nos dirán si este nuevo acuerdo es un nuevo fracaso diplomático.

En Internacional

    0
    comentarios