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Víctor Llano

Los que distinguen entre asesinos

¿Qué hubiéramos leído en los periódicos españoles si la sanidad madrileña hubiese puesto a disposición de Pinochet todas las medicinas que necesitara y la sabiduría de un cirujano de reconocido prestigio?

Son muchos los sicarios de la infamia que hoy tratan de convencer a la progresía liberticida de las grandes diferencias que existen entre Raúl y Fidel Castro. Cuentan que el heredero es un tipo posibilista y familiar. Aseguran que sabe escuchar y que escuchará. Lástima que no puedan comprobarlo los miles de cubanos que torturó y fusiló, o los que fueron devorados por los tiburones tratando de escapar de él.

Los que pretenden que distingamos entre dos asesinos en serie son los mismos que durante cuarenta y ocho justificaron los miles de fusilamientos y los campos de concentración en los que confinaron a miles homosexuales y de desafectos. Son los que hoy justifican las doscientas cárceles y los cien mil presos. Los que denuncian el bloqueo que jamás existió. Los que no soportarían vivir dos semanas como sobrevive un anciano en La Habana.

¿Qué les importa a sus víctimas que algunas noches Raúl Castro llore el güisqui que con tanta abundancia bebió? Lo que les preocupa es que ha nombrado ministro al más sanguinario e eficaz de los torturadores. Los que les constan es que sólo excarcela a un inocente enfermo después de encarcelar a cuatro activistas por los derechos humanos.

Nada de lo que importa a los cubanos interesa a los que pretenden que no sepamos del sufrimiento ajeno cuando éste lo provocan unos miserables que odian a un enemigo común. ¿Qué hubiéramos leído en los periódicos españoles si la sanidad madrileña hubiese puesto a disposición de Pinochet todas las medicinas que necesitara y la sabiduría de un cirujano de reconocido prestigio? Es más, ¿qué prestigioso profesional español se hubiera arriesgado a presumir de amistad con el tirano chileno?

Son legión los desalmados que en España distinguen entre asesinos. Justifican lo injustificable porque creen que, como ellos, Castro odia a Estados Unidos. No es cierto. El Monstruo de Birán sólo odió a los cubanos que siempre despreció. Los que jamás denunciaron los crímenes de Castro mintieron cuando aseguraron que sufrieron por los chilenos. Jamás les importó el sufrimiento ajeno. Ni en Cuba ni en Chile.

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