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Agapito Maestre

Consecuencias de la abstención

Los andaluces no son ni chistosos ni frívolos o, al menos, no lo son más que otros ciudadanos de España. Se han tomado el referéndum en serio y no han ido a votar. Se han vengado de sus perversos políticos.

Estaba anunciado: Zapatero caería en Andalucía. Chaves lo ha llevado al pozo. El régimen político que los socialistas han impuesto en Andalucía durante los últimos 25 años ha iniciado su caída. Ojalá sepa aprovecharlo el PP. De momento, dejaré a Arenas entre paréntesis; quizá sea verdad que éste ha jugado en los espacios que le marcaba el PSOE, porque no tenía otra opción. Ha intentado hacer guerra de guerrillas y aún está por ver si ganará... En todo caso, hay otro dato relevante para dejarlo, hoy, fuera de este comentario crítico: en el último mitin socialista de la campaña del referéndum, Chaves o uno de los suyos dijo que si la abstención era alta, la culpa sería del PP en general, y de Arenas en particular. Terrible. Un partido que culpa de su males a los adversarios es peor que totalitario y chantajista. Es perverso.

En cualquier caso, la altísima abstención del referéndum andaluz, lejos de legitimar a nadie, manda a las cloacas a todos sus políticos. Nadie, pues, saque pecho. Los andaluces no son ni chistosos ni frívolos o, al menos, no lo son más que otros ciudadanos de España. Se han tomado el referéndum en serio y no han ido a votar. Se han vengado de sus perversos políticos. Los andaluces no han querido entrar en el juego terrible de aprobar el esperpento de un esperpento: el Estatuto de Andalucía es, sí, la deformación del deforme Estatuto de Cataluña. Lo han hecho, como todos los pueblos limpios del mundo, con alegría y diversión. Se han reído con desparpajo de Zapatero y Chaves. Se han ido tomar el sol, a disfrutar el presente, porque saben que el lunes será sombrío.

Si hubiera el más mínimo sentido democrático en los partidos de la izquierda, mañana tendrían que dimitir todos los jefes de fila, naturalmente, empezando por el presidente de Andalucía, que ha sido el principal agente de la política de Zapatero. Los andaluces han dicho claramente que Andalucía es España y que no quieren participar en el engaño de cambiar la nación española por una perversa "nación de naciones". No hay más nación que España. A partir de aquí, tres consecuencias pueden sacarse de esta altísima abstención. Primera, los socialistas andaluces no sólo son culpables de lo que está pasando en Andalucía sino en toda España. En efecto, porque la mayoría socialista andaluza en el Congreso de los Diputados, que era la única fuerza capaz de enfrentarse a la barbaridad del Estatuto de Cataluña, no quiso parar la reforma ilegal de la Constitución a través de la reforma de los Estatutos, ha sido ahora castigada con la abstención a su no menos perverso Estatuto de Andalucía. Los Guerra y compañía tragaron en el Congreso de los Diputados y, ahora, han sido vapuleados. Prefirieron seguir cobrando de la empresa socialista antes que defender la nación española.

En segundo lugar, esta abstención está dirigida no sólo contra los socialistas en el Congreso de los Diputados, sino contra Chaves que lleva tres años vendiendo el rollo de la "realidad nacional andaluza". Desprecio, silencio y abstención es lo que ha recibido Chaves. Los andaluces sólo quieren ser españoles. Por lo tanto, si Chaves tuviera un poco de vergüenza, mañana retiraría ese documento que la ejecutiva socialista andaluza pretende aprobar sobre "la identidad nacional andaluza renovada". En otras palabras, si mañana, después del estrepitoso fracaso del referéndum, el PSOE de Andalucía aprueba el infame documento que pretende darle cuerpo político a la "nación andaluza" en el conjunto de las naciones de España, entonces habrá desaparecido para siempre la posibilidad de regenerar a ese partido político en España.

La abstención también ha golpeado duramente al resto de la "sociedad" que trabaja sólo y exclusivamente para el PSOE, para la Administración socialista. Las universidades, casi todos los periódicos y medios de comunicación, cientos de asociaciones patrocinadas por la Junta de Andalucía y un largo etcétera también han sido vapuleadas por la abstención, porque todos pidieron el sí para sus jefes políticos, los socialistas... En fin, la alta abstención no sólo pone en cuestión la política de destrucción de España de Zapatero, sino que es el primer castigo serio que recibe el régimen político, casi totalitario, impuesto por los socialistas en Andalucía.

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