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Juan Carlos Girauta

Cambalache

Deténgase a pensar, Fu, en el grado de legitimidad que cabe atribuir, qué sé yo, a un estatuto a cuyo referéndum acude un tercio del censo, o a un Gobierno surgido de doce bombas, 192 muertos, varias pruebas falsas e incontables sedes asediadas

¿Pero es que aquí nadie es lo que parece? Rodríguez busca tal vez desconcertarnos al designar caprichosamente ministros y ministras, cargos y cargas, para cometidos ocultos o entrecruzados. A Bermejo, en vez de nombrarlo ministro de Agitación y Propaganda, lo pone en Justicia. Qué tendrá que ver. Pero el truco funciona. Aparece el tipo, con un lejano aire a lo Fu Manchú, y provoca una severa intoxicación en el Congreso. Incomprensiblemente, la intoxicación pasa desapercibida a la ministra de Sanidad, carga que tampoco es lo que parece, sino la responsable de un encubierto departamento de Tormento, Culpa y Anorexia. ¿De qué círculo infernal ha salido?

El ministro de Agitación y Propaganda dice que nunca afirmará que una institución es ilegítima, pero que el CGPJ es ilegítimo. Son formidables. Voy a probar la fórmula de Fu Manchú: nunca diré que el Gobierno Rodríguez es ilegítimo, pero el Gobierno Rodríguez es ilegítimo. Nunca diré que el hijo del falangista tiene pendiente matar al padre, pero el hijo del falangista, etc.

Si se empeña en distinguir entre lo legal y lo legítimo acabará descubriendo las sombras que se ciernen sobre su partido y su presidente. Déjelo. Deténgase a pensar, Fu, en el grado de legitimidad que cabe atribuir, qué sé yo, a un estatuto a cuyo referéndum acude un tercio del censo, o a un Gobierno surgido de doce bombas, 192 muertos, varias pruebas falsas e incontables sedes asediadas durante una jornada de reflexión consagrada a incendiar la convivencia.

Amén de cargos y cargas, Rodríguez viene con todo tipo de accesorios. La cocinita con quince cocineros móviles, por ejemplo. Y un cuartito pequeño, donde no hay Estado de Derecho, con un policía del SUP muy enfadado esperando que le lleven a Luis del Pino.

Algunos preferirían ocupar esa checa antes que pasar unas vacaciones en el temible país de la ministra de Tormento, Culpa y Anorexia, donde te privan de todas las cosas buenas de la vida hasta que, inmerso en una profunda depresión, deseas morir dignamente, momento en que llaman a El País para que cubran tu eutanasia. Si te empeñas en aferrarte a la vida, avisan a Montes, quien en realidad debería estar tratando a De Juana. Y así sucesivamente.

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