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EDITORIAL

Incansables, insobornables, indispensables

El movimiento cívico surgido alrededor de las víctimas del terrorismo es ya la baza política más robusta, no sólo de la lucha anti-terrorista, sino de la causa nacional española

Las víctimas han vuelto a dar una lección de cómo hacer frente al chantaje terrorista, con liderazgo y claridad moral. Cuando un Gobierno renuncia a la justicia, la sociedad debe organizarse para que sobreviva la libertad. No hay mal que por bien no venga. España nunca ha sido tan débil y tan vigorosa al mismo tiempo. Lo peor y lo mejor de nuestros Episodios Nacionales, iniquidad y nobleza, alta traición y lealtad sublime, adocenamiento y resistencia, desesperación y esperanza, se balancean en esta malhadada hora. No hay nada perdido para los españoles que vendrán, si lo más decente y digno de la sociedad aún es capaz de echarse a la calle con la alegría, el civismo, la dignidad, el patriotismo, incluso con la belleza física (“el Bien nos vuelve hermosos”, dijo el historiador Fernando García de Cortázar durante la emotiva y perspicaz emisión de la COPE, una de las más logradas de cuantas viene dedicando esta cadena radiofónica a la movilización de las víctimas del terrorismo en España) con que lo hicieron decenas de miles de personas este sábado en Madrid, para defender algo tan sencillo y elevado como la Justicia: resarcimiento de los que sufren por causa de la maldad de otros, castigo para los que provocan ese dolor.
 
Cuando se han celebrado ocho manifestaciones masivas desde que se conoció la intención y los pasos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (antes y después de llegar al poder) de negociar con ETA, el movimiento cívico surgido alrededor de las víctimas del terrorismo es ya la baza política más robusta, no sólo de la lucha anti-terrorista, sino de la causa nacional española.
 
Lo dijo Jaime Mayor Oreja, presente entre la multitud congregada en la madrileña plaza de Colón: “Nunca agradeceremos lo bastante a las víctimas del terrorismo el servicio que están prestando a España en estos momentos decisivos”.  Otra observación verdadera del eurodiputado y ex ministro, uno de los dirigentes del PP más convencidos de la necesidad (que es también una emergencia) de no abandonar a las víctimas, de acompañarlas en todo momento. Su causa por la libertad es también la causa de la supervivencia de España.
 
Es un hecho que incluso en este asunto, que sólo debería concitar unidad, hay distintas sensibilidades en el único partido de la Oposición, como ha quedado patente en las distintas respuestas que han dado sus dirigentes a esta última convocatoria de la AVT. 
 
Los hay, como el alcalde de Madrid (la ciudad que más ha sufrido los asesinatos de Ignacio de Juana Chaos), que han preferido no acudir esta vez, probablemente persuadidos (a falta de otra explicación por su parte) de la mentira esparcida por la propaganda oficial a través de sus medios de comunicación afines (o sea, la inmensa mayoría) de que se trataba de una manifestación contra los jueces del Tribunal Supremo que han rebajado la condena a De Juana, cuando lo único cierto es que la AVT y su presidente se han desgañitado en dejar claro que la movilización es sólo contra uno de los terroristas más sanguinarios, contumaces y jactanciosos de ETA, y contra la tentación que el Gobierno evidentemente acaricia de excarcelarlo (si es que no ha decidido ya caer en ella).
 
Además de indispensable para el futuro de España, el movimiento cívico liderado por las víctimas del terrorismo ha resultado ser insobornable para las mañas de la cautela y el acomplejamiento de los políticos profesionales.
 
Lo expresaba mejor que nadie Teresa Jiménez Becerril, símbolo viviente de la sencilla lucidez del Bien y un tonificante ejemplo para la España libre y superviviente: “Las víctimas no tenemos que andar pensando en lo políticamente correcto, nos hemos ganado el derecho a llamar a las cosas por su nombre”. También dijo la hermana de Alberto Jiménez Becerril, el concejal por cuyo asesinato (junto al de su esposa) brindó Ignacio de Juana, que las víctimas del terrorismo son “incansables” y nunca dejarán de pedir justicia.
 
Incansables, insobornables, indispensables. Una bendición o un milagro para España y para nuestra libertad, es lo que han resultado ser.

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