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Fundación Heritage

Afganistán, prueba de fuego para la OTAN

A pesar que muchas otras naciones en la OTAN han contribuido, no parece para nada una alianza basada en el "principio de los tres mosqueteros", lo que resulta tremendamente frustrante para aquellos que sí han asumido su responsabilidad.

Helle Dale

Mientras la atención de Washington se centra en Irak, el otro frente militar en la lucha contra el islamismo militante se está calentando. Afganistán hasta ahora había representado mejores perspectivas de éxito que Irak. Sin embargo hay claras señales de que esta primavera será un período muy difícil para el gobierno afgano y las fuerzas de la OTAN que operan en la zona y lo sustentan. Nos han advertido que se está fraguando una ofensiva talibán para primavera y la manera en que responda la OTAN será crucial tanto para el futuro de Afganistán como para el de la OTAN.

La desaparición de la alianza ha sido anunciada numerosas veces desde el final de la Guerra Fría (y en realidad, desde antes) y la búsqueda de razones para su contínua relevancia ha estado en marcha desde el momento en que desapareció la Unión Soviética. Ya que Europa y Estados Unidos han encontrado mayores áreas de discrepancia, especialmente en la opinión pública, el tejido cohesionador que representa la OTAN se ha convertido en algo más importante y más difícil de proteger al mismo tiempo.

Más aún, en el contexto de las crecientes ambiciones de la Unión Europea por tener su propia política exterior, su cadena de mando militar y misiones muy distintas a las de la OTAN, ésta es una alianza en tensión. Aquí, Afganistán cobra una importancia crucial. Es una prueba de fuego para el futuro de las operaciones fuera de zona de la OTAN, algo que ningún miembro de la OTAN cuestionaría.

Por tanto, asombra y preocupa considerablemente que los aliados de la OTAN que han contribuido con aproximadamente 35.000 tropas de estabilización en Afganistán también hayan dado pasos para minar esta misión. (Estados Unidos tiene 13.000 tropas, de las cuales 9.000 no operan bajo órdenes de la OTAN). No es mucho comparado con las 162.000 que hay en Irak y ciertamente no en comparación con el tamaño de Afganistán. Además, los talibanes, Al Qaeda y sus diversos aliados tienen refugios en Waziristan a lo largo de la frontera con Pakistán. Sus actividades se han duplicado en 2006 comparadas con las del año anterior.

Lo más fuerte de la lucha en las áreas peligrosas de Afganistán lo soportan, además de los norteamericanos, los soldados británicos, canadienses, daneses, holandeses y polacos. A pesar que muchas otras naciones en la OTAN han contribuido, no parece para nada una alianza basada en el "principio de los tres mosqueteros", lo que resulta tremendamente frustrante para aquellos que sí han asumido su responsabilidad.

Como lo dijo el Presidente Bush la semana pasada en un discurso pronunciado en el American Enterprise Institute: "Para que la OTAN tenga éxito, las naciones miembro deben suministrar comandantes en el terreno con las tropas y el equipo que necesiten para realizar su trabajo... Igualmente, los aliados deben levantar las restricciones sobre las fuerzas que envían para que los comandantes de la OTAN tengan la flexibilidad que necesitan para vencer al enemigo donde sea que haya que hacerle frente. La alianza se fundó sobre este principio: un ataque contra uno de nosotros es un ataque contra todos. Ese principio se cumple tanto si el ataque es en territorio nacional de un país de la OTAN como si es contra fuerzas aliadas desplegadas en misión de la OTAN en el extranjero. Al mantenernos unidos en Afganistán, las fuerzas de la OTAN protegen a nuestra propia gente y deben tener la flexibilidad para poder hacer su trabajo."

El senador de Estados Unidos, John McCain, transmitió un mensaje igualmente intenso en Munich la semana pasada cuando exhortó a los miembros de la OTAN a levantar las restricciones sobre el despliegue de sus tropas, algo que está impidiendo que actúen de forma eficaz y cohesiva. También hizo campaña a favor de un aumento de tropas que por lo menos igualen al proyectado aumento de 3.000 combatientes norteamericanos. Ambos ponentes hicieron hincapié en que eso es lo que se necesita para dar estabilidad y así aumentar el tamaño de las fuerzas afganas, que en la actualidad están formadas por 30.000 hombres, menos de la mitad de lo necesario.

McCain fue explícito sobre el significado de Afganistán para el futuro de la OTAN y su análisis dio en el clavo. "Un fracaso en Afganistán haría que corriésemos el riesgo de que su papel se revierta al que tenía antes del 11-S como santuario de los terroristas de Al Qaeda con alcance global, una derrota que envalentonaría a los extremistas islámicos. Además, veríamos el ascenso de un narcoestado sin estorbos... Si la OTAN no se impone en Afganistán, será difícil imaginar a la alianza emprendiendo otra operación de seguridad de este tipo, dentro o fuera del área, y su credibilidad sufriría un severo golpe."

En el mundo del siglo XXI con su ambiente internacional menos predecible y sus amenazas asimétricas, nunca ha sido tan importante conservar las alianzas tanto para Estados Unidos como para Europa.

©2007 The Heritage Foundation

* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dalees directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de laFundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en elWall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional enCNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

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