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Carlos Semprún Maura

Farándulas

Después de una retahíla de quejas por lo mal que se la trata a la pobre Ségolène, sin jamás defender y ni siquiera citar las contradictorias declaraciones de ésta, afirman que es la esperanza y el cielito lindo de la habanera.

Lo único serio en el semanario Le Nouvel-Observateur es la publicidad, que además es, sin comparación, lo más abundante. Sobre 1.000 páginas, pongamos, 950 se dedican a la ella, y no de cualquier tipo, no. No verán anunciada la nevera más barata, sino los más caros perfumes, coches, vestidos y vacaciones de ensueño y de superlujo. Asfixiadas por tanta publicidad, las páginas de texto lastimero sobre la miseria y la crueldad de los ricos me suenan aún más ridículos.

Me procuré ese chisme para leer el texto íntegro y en "versión original" del llamamiento de un centenar de "intelectuales" (¿por qué llamarán intelectual a un actor?) a favor de Ségolène, y ver quienes habían firmado: esencialmente funcionarios de enseñanza. Pero antes me topé con un "homenaje" a François Furet con motivo de la salida del libro sobre él de Ran Halévi, L’experience du passé. El especial cuenta con una recensión de Philippe Raynaud, amable pero distante (acabo de escribir una reseña sobre ese mismo libro, que podrán leer en breve, según me han dicho mis jefes), y un "testimonio" del estafador-jefe del semanario Jean Daniel, Mi amigo Furet, que nada tiene de amistoso y que podría resumirse como un breve catálogo de sus disputas políticas, que concluye con una mentira: "Hoy no veo más horizonte para el liberalismo que el consumo", le habría dicho supuestamente Furet.

Si me fío a mi propio testimonio, ya que lo entrevisté largo y tendido pocos días antes de su muerte accidental, Furet, que se declaró liberal, jamás hubiera dicho eso. Quizá, en un momento de mal humor, podría haber exclamado algo así: "En Francia, desgraciadamente, no veo más horizonte para el liberalismo que el consumo". Lo cual no es lo mismo, y yo eso lo hubiera firmado. Pero es cierto que Furet, que escribió en las más diversas publicaciones, jamás rompió sus lazos con Le Nouvel-Observateur, lo cual irritaba a Jean-François Revel quien, con su mala uva genial, escribió: "Furet no ha roto tajantemente con la izquierda, porque sabe que eso es peligroso". Pero se da el caso de que en las numerosas y animadas reuniones que siguieron la publicación de su libro El pasado de una ilusión, en el que condena el totalitarismo comunista, Furet iba casi siempre acompañado de Revel y nunca de Jean Daniel.

A propósito de firmas, el llamamiento de marras es un monumento de cretinismo intelectual. Cuando se ponen a escribir publicidad electoral, los profesores resultan más torpes que los carniceros. Después de una retahíla de quejas por lo mal que se la trata a la pobre Ségolène, sin jamás defender y ni siquiera citar las contradictorias declaraciones de ésta, afirman que es la esperanza y el cielito lindo de la habanera. Mientras, Sarkozy es el infierno "porque está comprometido con la actual administración norteamericana" (?). Ni para papel higiénico sirve ese semanario.

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