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José Daniel Ferrer

Recurriendo al recurso extremo

Esta es mi séptima huelga de hambre en prisión. No sé cómo saldré de ella. Lo que sí sé es que mientras tenga fuerzas para ello, protestaré enérgicamente contra toda injusticia.

El 5 de marzo de 2007, junto a otros hermanos de lucha, comencé una huelga de hambre por tiempo indefinido, exigiendo el fin de la represión contra la oposición pacífica y el periodismo independiente, y la liberación incondicional de todos los prisioneros de conciencia.

También queremos llamar la atención sobre las condiciones inhumanas en que nos encontramos los prisioneros políticos y la población penal en general, y en particular, sobre el peligro que corren las vidas de nuestros hermanos con serios problemas de salud, como son los casos de Alfredo Pulido López, Normando Hernández González, Nelson Aguiar Ramírez, Juan Carlos Herrera Acosta, y Jorge Luis González Tanquero, entre otros.

El próximo 18 de marzo cumpliré cuatro años de injusto encierro. Con otros 74 opositores pacíficos y periodistas independientes, fui víctima de la ola represiva de la primavera del 2003. Al igual que otros hermanos, estoy en prisión por defender los derechos de todos los cubanos, por querer una Cuba libre, democrática, próspera y con verdadera justicia social.

Y si de mi permanencia en prisión dependiera la libertad y la felicidad de mi pueblo, con gusto estaría toda mi vida entre rejas, e incluso, dispuesto estoy a dar la vida misma por el bien de mi patria.

El régimen despótico de los hermanos Castro reprime despiadadamente a quienes trabajamos por un cambio pacífico hacia la democracia. Y como el autoritarismo toma fuerza en Latinoamérica, y los enemigos de la libertad y los derechos humanos cierran filas en todas partes, mientras muchos que se dicen demócratas son cómplices de regimenes totalitarios o se muestran indiferentes ante el dolor de sus víctimas, los órganos represivos de la dictadura castrista actúan con el mayor descaro, se ensañan hasta con nuestras madres, esposas, hermanas e hijos, sin importarle cuán pequeños sean estos últimos.

En medio de una situación compleja, los opositores pacíficos que nos encontramos en prisión, casi completamente aislados del mundo exterior, nos vemos en la necesidad de recurrir a este recurso extremo que es la huelga de hambre, con el objetivo de expresar nuestra indignación ante tanta maldad; y llamar la atención a personas de bien sobre lo que está ocurriendo en nuestra patria. Intentamos, también, despertar conciencias que permanecen dormidas.

Mucho agradecemos a esos demócratas de naciones europeas, del continente americano y de otras partes del mundo, que son solidarios con nuestra causa. Mucho necesitamos de su desinteresada y generosa ayuda.

Los cubanos somos seres humanos normales, que queremos vivir en libertad, paz y prosperidad. Deseamos vivir en verdadera fraternidad, tanto entre nosotros, como con los demás pueblos del planeta. Es la dictadura actual la que impide que este deseo se haga realidad.

Esta es mi séptima huelga de hambre en prisión. No sé cómo saldré de ella. Lo que sí sé es que mientras tenga fuerzas para ello, protestaré enérgicamente contra toda injusticia.

Mi mayor preocupación es por la salud de dos hermanos enfermos, a quienes no pude convencer de que no participaran en la huelga, debido a su delicado estado de salud. Son el prisionero de conciencia Juan Carlos Herrera Acosta y el prisionero político Lamberto Hernández Plana.

Por ellos estaré orando durante los próximos días, al igual que por los demás huelguistas, por todos nuestros hermanos en prisión, por sus familiares y por todo nuestro pueblo.

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