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Amando de Miguel

Hablas regionales

No es que yo no las usara o fueran poco frecuentes, es que nunca se las oí decir a nadie. Son, como tantos otros neologismos, creaciones de los nuevos lingüistas que entretienen su tiempo inventando lo que a nadie hace falta

Antonio Olea Casas (Bueu, Pontevedra) aporta una deliciosa manera que tienen los gallegos de llamar a los jovencitos novos o novas. Lo curioso es que traducen la palabra cuando hablan en castellano y se refieren, por ejemplo, a "la nueva" para aludir cariñosamente a una chica joven.

Jaime Escudero (Zaragoza) ha oído en la consulta de un médico que una señora decía a otra que le habían mandado tomar la medicación "un día sinotro". Al menos así como sonaba. Seguramente, quería decir "un día sí y otro no". Don Jaime quiere saber si la expresión "un día sin otro" se dice fuera de Zaragoza. Lo ignoro.

Ignacio Frías considera un disparate la pretensión de que la palabra pindio (= empinado, pino) haya sido puesta en circulación por el novelista Álvaro Pombo. Don Ignacio demuestra que pindio era una voz utilizada por José María de Pereda en el siglo XIX. Sospecho que pindio se dice en Cantabria y Asturias desde hace siglos.

Marta C. de la Fuente (Madrid, originaria de Zamora por parte de madre) corrobora que en Valladolid se emplea la palabra "telares" para los trastos desordenados de una habitación. También los llaman mendos. Me pregunta si sé de algún diccionario que traiga esos terminachos. Ya me he referido a telares. Lo de mendos no lo he visto en ninguna parte. Espero alguna noticia sobre el particular de algún otro libertario curioso.

Ricardo Chao me escribe, a propósito de los zamoranismos que a veces comento en este rincón. Se agradece la sinceridad de este comentario: "Lamento profundamente ver cuán grande es su ignorancia en asuntos lingüísticos. Que conste que yo también me considero un ignorante en el tema, pero al menos me voy informando y no escribo artículos pontificando sobre ello. Como no tengo tiempo de entrar en debates ni disquisiciones, le recomendaría que entrara en contacto con la asociación zamorana Furmientu". Esa última palabra me trae mucha nostalgia. Una de las frases preferidas de mi madre, que sus hijos y nietos repetimos es: "No me quedéis hurmientos" (= no me dejéis sobras en la mesa). Tengo que contactar con los paisanos de Furmientu. Reconozco que mi ignorancia en asuntos lingüísticos es grande, pero más lo es mi curiosidad. Lejos de mí lo de "pontificar", a no ser que quiera decir "tender puentes".

Diego López Ordóñez da cuenta de una interesante supervivencia lingüística. Es la fala que se habla en la comarca de Sierra de Gata, al norte de la provincia de Cáceres, en los pueblos de San Martín de Trevejo, Villanueva de la Sierra y Eljas. Es un reducto del antiguo leonés. Entre otras joyas, esa fala conserva la forma "las mis alpargatas".

A propósito de los límites del viejo reino de León, don Diego recuerda que en la enciclopedia infantil que el dio de niño se decía que el reino de León comprendía cinco provincias: León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia. Me imagino que esa reminiscencia será una estupenda munición para los acendrados leonesistas hodiernos. Concluye filosófico don Diego: "Todo lo que sea reinventarse España es retroceder, y más, si ese reinventarse supone su fraccionamiento".

Virgilio Rodríguez Álvarez cierra contra mí a propósito de ciertas variantes del protocastellano que se dan en Asturias. Este es su juicio inmisericorde: "Desconozco si es usted futbolista o periodista, pero de lo que si [sic] estoy seguro es de que usted no tiene ni idea de filología románica y mucho menos de filología hispánica". Diré a este nuevo Virgilio que ni soy futbolista, ni periodista ni filólogo; pero amo la lengua común de los españoles con todas sus variantes. Me parece muy interesante la aportación filológica de don Virgilio:

Palabras como "galipandia" (borrachera), "esparabón o esparabán" (hacer gestos, ademanes raros), "esgarrahuertos o esbarrahuertos" (persona, muchacho muy travieso), etc. Cuestiones morfosintácticas como el uso del posesivo al lado del artículo:"la mi casa", la presencia de diminutivos de carácter afectivo: "camin-ín, vered-iña", o el apócope de la preposición "para" por "pa" son todas pertenecientes a las tierras leonesas.

Mucho me temo que algunos de esos leonesismos aducidos por don Virgilio se pueden encontrar fuera de las fronteras de la provincia de León o incluso fuera de las "tierras leonesas". El furibundo leonesista se despide con esta margarita: "Aunque se llame [usted] zamorano, también debe [de] formar parte del clan vallisoletano que manipula la historia y la hace a su gusto". Lo siento, tampoco soy historiador. Ni siquiera sé de la existencia de ese clan vallisoletano.

Ramón Lago Pérez (Villafranca del Penedés, Barcelona) advierte que "el uso del artículo antes del posesivo es de uso muy frecuente en la parte central de Asturias, [por ejemplo], la mi moza por mi novia". Don Ramón es asturiano de nación y lleva 17 años fuera de Asturias. Comenta:

Me sorprende amargamente encontrarme ahora con rótulos como "Cai Cuadonga" donde solía poner "Calle Covadonga" y "Ruturbiu" a la entrada del que fue mi pueblo: "Rioturbio". Jamás en la vida, en los treinta y dos años que viví allí, oí las expresiones "Cai", "Cuadonga" o "Ruturbiu". No es que yo no las usara o fueran poco frecuentes, es que nunca se las oí decir a nadie. Son, como tantos otros neologismos, creaciones de los nuevos lingüistas que entretienen su tiempo inventando lo que a nadie hace falta mientras complican la vida de las personas que sólo necesitan la lengua para comunicarse, y no para levantar barreras que creíamos olvidadas.

José María Navia-Osorio da cuenta de algunos asturianismos del habla coloquial. Empapizarse (= empapuciarse, llenarse de comida), pindio (= empinado, como en Cantabria), llamber (= lamer), llambiotá (= golosina), pesllar (= cerrar), pesllera (= pestillo), tarabica (= corbata de pajarita).

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