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Ricardo Medina Macías

Incoherencia en comercio e inmigración

En América Latina, los gobiernos están dejando pasar una oportunidad preciosa para construir nuevos liderazgos globales alrededor de una lucha decidida a favor del libre comercio y la libre circulación de trabajadores.

Es absurdo estigmatizar la libre circulación de trabajadores al tiempo que se cantan alabanzas retóricas al comercio libre. Esta conducta esquizofrénica –frecuente entre los políticos estadounidenses y europeos– revela que los prejuicios más reaccionarios se han instalado cómodamente en las propuestas de quienes presumen de progresistas.

Hace unos días, el periódico New York Times trataba de dilucidar una presunta incógnita acerca del Tratado de Libre Comercio de Norte América. ¿Por qué, se preguntaba el diario, el TLCAN no ha frenado la migración de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos?

Se supone que el New York Times representa la visión "progresista" y de "izquierda" en Estados Unidos. El solo hecho de plantear una pregunta tan absurda –como si la virtud del libre comercio fuese ser el antídoto contra la libre migración– confirma hasta qué punto el supuesto "progresismo" estadounidense (mal identificado en Estados Unidos como "liberal") está infectado de prejuicios reaccionarios, así como de análisis y de información sesgados y defectuosos.

Otro tanto sucede en la Unión Europea con las posiciones presuntamente "progresistas".

Las contradicciones y argumentos falaces del reportaje del New York Times son analizados desde una perspectiva estrictamente académica en el espléndido blog Politics of Immigration and Trade de Mariana Medina Garciadiego.

Sin entrar en el análisis académico, hay que anotar que este incoherente enfoque hacia el comercio y la migración –donde la ultraderecha y los socialistas de diverso linaje coinciden para explotar electoralmente los sentimientos xenófobos– no sólo es común, sino que representa uno de los mayores obstáculos que el mundo desarrollado está poniendo al progreso de los países pobres y en desarrollo.

Prejuicios, por otra parte, que por desgracia encuentran su paralelo exacto dentro de la retórica contra el libre comercio que aún persiste entre los líderes supuestamente "progresistas" de los propios países en desarrollo.

En América Latina, los gobiernos están dejando pasar una oportunidad preciosa para construir nuevos liderazgos globales alrededor de una lucha decidida a favor del libre comercio y la libre circulación de trabajadores.

Sorprendentemente han sido los gobiernos de los pequeños países de la región centroamericana, como en el caso de El Salvador, los pocos que han visto todo el potencial de esta rendija de oportunidad –exigir a los países "ricos" genuina libertad de comercio y libertad migratoria auténtica– como palanca eficaz para lograr la prosperidad y combatir la pobreza.

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