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Llegó la primavera

Como reacción a la oleada de propaganda talibán, los generales de la OTAN anunciaron su propia ofensiva: las tropas no esperarían a ser atacadas. Británicos, canadienses, holandeses y norteamericanos se han puesto manos a la obra.

Llegó la primavera en Afganistán. 4.500 soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) y 1.000 de las Fuerzas Armadas afganas han lanzado su mayor ofensiva conjunta en el país hasta el momento: la Operación Aquiles. No les quedaba otra. Los talibanes estaban preparando su propia "ofensiva de primavera" contra las odiadas tropas de la OTAN, una Alianza que además había dejado entrever signos de división interna. Además, el simbólico ataque al vicepresidente norteamericano, Dick Cheney fue una razón más para temer las insinuaciones del sanguinario Mullah Dadullah que aseguró estar al mando de miles de hombres dispuestos a llevar a cabo una ofensiva suicida de manera inminente.

Como reacción a la oleada de propaganda talibán, los generales de la OTAN anunciaron su propia ofensiva: las tropas no esperarían a ser atacadas. Británicos, canadienses, holandeses y norteamericanos se han puesto manos a la obra. La otra cara de la moneda es que el ataque aliado involucra sólo a la mitad del número de tropas que lucharon en la ofensiva norteamericana llevada a cabo en la misma región nueve meses atrás, cuando 11.000 soldados norteamericanos participaron en la Operación Mountain Thrust.

Afganistán encarna la otra guerra, la ensombrecida por lo que acontece en Irak y que sin embargo necesita más que nunca más dinero y más debate. Y ahora se encuentra en un punto crítico. La Operación Aquiles tiene lugar en la provincia de Helmad, fronteriza con Pakistán, y con unos objetivos muy ambiciosos. Se trata de prevenir el posible reagrupamiento de los guerrilleros talibanes y de romper sus vínculos con el narcotráfico y el cultivo de opio. También pretende liberar Musa Qalah, un pueblo ocupado por los talibanes, y permitir la reparación del dique de Kajaki, que suministra electricidad a dos millones de afganos. Los norteamericanos tampoco olvidan que para parar la violencia en Afganistán hay que luchar contra el terrorismo en Pakistán. Estados Unidos ha incrementado la presión sobre Islamabad y en los últimos días se ha tenido noticia de la captura del número tres de la jerarquía talibán.

Como ha dicho el general norteamericano Karl Eikenberry: "Triunfaremos en Afganistán si tenemos tiempo, si tenemos paciencia, si tenemos compromiso. Si Estados Unidos abandona el país antes de vencer el enemigo nos seguirá a casa otra vez". Otros gobiernos deberían pensar lo mismo, empezando por el nuestro.

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