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Carlos Semprún Maura

Penúltimas maniobras

El que sigue subiendo en los sondeos sea François Bayrou, el candidato sin mayoría ni programa, beneficiado por las defecciones de los desilusionados con la campaña de la Juana de Arco de los mataderos y por la mala fama de Sarkozy.

Desde que el presidente Chirac anunció el domingo por la tarde que no se presentaría otra vez a las presidenciales, sin decir por quién votará o desea que se vote, el núcleo duro de los chiraquianos, que hasta entonces no se habían declarado a favor del candidato oficial de su partido, Nicolas Sarkozy, se han rendido ante él. El primero y más importante del grupo es Dominique de Villepin, primer ministro, "el hombre de Chirac" y, creo, el único primer ministro de la historia contemporánea de Francia que jamás se ha presentado a unas elecciones. Pues este lunes, al día siguiente del anuncio de Chirac, ha declarado muy claramente su apoyo a Sarkozy: "Pertenecemos a la misma familia política y estamos en el mismo gobierno; participaré activamente en su campaña porque es el que mejor puede defender nuestros valores". Los expertos, que tantas veces se equivocan, consideran que no hubiera declarado algo así sin el aval de su jefe Chirac.

Enseguida, otros ministros y diputados de la minoría de la UMP, reacios a Sarkozy, han seguido su ejemplo. Todos salvo Chirac y, curiosamente, Jean-Louis Borloo, ministro de Trabajo y de la cohesión social, que declaró ese mismo lunes por televisión (France 2), que por lógica debería apoyar a Sarkozy porque están en el mismo bando. Además, afirmó que si sale Bayrou, como no tiene mayoría, sería un caos, pero añadió que, antes de decidirse, quería discutir con Sarkozy sobre su programa, resumido en un libro con título casi arrabalesco: El Arquitecto y el Relojero. Fue una manera "diplomática" de explicar que lo apoyaría sólo si lo nombra primer ministro. Ese señor se pasa de listo.

En el campo socialista hay tirantez entre Royal y los elefantes del partido. La candidata se queja públicamente de que hayan tardado tanto en formar un bloque en torno a ella y de que su tardío apoyo sea tan tibio; eso explicaría, a su parecer, el descenso en los sondeos. Quien ha decidido no apoyarla ni votarla es Claude Allégre, socialista y ex ministro de Educación de su amigo Lionel Jospin, debido a discrepancias de fondo sobre su programa. No deja de ser curioso, porque yo no le he conocido ningún programa a Ségolène, sólo frases hueras y evangélicas promesas.

Eso no quita que el que sigue subiendo en los sondeos sea François Bayrou, el candidato sin mayoría ni programa, beneficiado por las defecciones de los desilusionados con la campaña de la Juana de Arco de los mataderos y por la mala fama de Sarkozy. En términos bursátiles, se diría que es un "valor refugio", pero en términos políticos constituye un peligro de inmovilismo. El más radical socialmente y el más antiliberal de todos los candidatos, el situado por tanto a la izquierda de la izquierda, puede dar sorpresas. Hablo de Le Pen, naturalmente. Una buena noticia: José Bové no despega.

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