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EDITORIAL

Irresponsabilidad sindical en el Metro

Usar los contratiempos que algunos están causando a millones de trabajadores madrileños con la finalidad de atacar a un partido político en vísperas electorales es una táctica política simplemente rastrera

Si hay un aspecto brillante en la gestión de Esperanza Aguirre, este es sin duda el Metro. El Partido Popular prometió el doble de nuevos kilómetros que Simancas, y no sólo ha cumplido, sino que en los próximos años la mayoría de los habitantes de la región madrileña tendrán una estación de Metro en las inmediaciones de su domicilio, o al menos podrán acceder a una sin tener que usar el automóvil. Un éxito que la presidenta de la Comunidad de Madrid venderá como ejemplo de eficacia y de inversiones públicas que redundan en el bien común más allá del populismo y las dádivas de la izquierda.

No es de extrañar que ante la insólita sucesión de accidentes en la red de Metro de Madrid, la Consejería haya solicitado una investigación y reforzado las medidas de seguridad. A pesar de las protestas sindicales, la consejera de Transportes e Infraestucturas, Elvira Gónzalez, decidió con acierto llegar al fondo del asunto. Después de todo, la seguridad de millones de viajeros es más importante que el torcido concepto sindicalista de la buena reputación. Los resultados de los primeros informes no pueden ser más sobrecogedores: veinte actos de sabotaje e incluso un artefacto explosivo, hechos que según la Policía sólo pueden haber sido protagonizados por empleados de la empresa.

A la vista de las evidencias y a la espera de nuevos informes, la reacción del secretario general de UGT Metro, quien se empeña en defender la hipótesis del accidente, exige disculpas por parte del gobierno regional e insiste en supuestas carencias de mantenimiento achacables a la Consejería, es de una irresponsabilidad descomunal. Más les valdría a los sindicatos colaborar con la investigación, y a los empleados del Metro retirar su confianza a quienes con su electoralismo barato no hacen sino empañar su imagen. Y mucho mejor le irían las cosas al desconocido candidato socialista a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, si se abstuviera de sumarse a la peligrosa demagogia sindical. Si lo que pretende es notoriedad a cualquier precio, allá él.      

Usar los contratiempos que algunos están causando a millones de trabajadores madrileños con la finalidad de atacar a un partido político en vísperas electorales es una táctica política simplemente rastrera que debería suscitar el desprecio y el rechazo activo de todos los funcionarios de Metro de Madrid. Jugar con la seguridad ajena en aras de intereses electorales es un juego demasiado sucio que no debería salir gratis a nadie.

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