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Isabel Durán

El padrinazgo etarra

El padrinazgo etarra que se hizo público en Perpiñán pasó su bautismo de fuego al anunciar los encapuchados la tregua al día siguiente de aprobarse el Estatuto de Cataluña, sacado adelante sólo por el pertinaz concurso presidencial.

El presidente del Gobierno de Navarra, acompañado por "el grupo de frustrados", según la expresión acuñada por Mariano Fernández Bermejo, encabezó la espectacular y vibrante marcha por la libertad y los fueros en Pamplona que tiene tiritando al Gobierno de España y a sus terminales mediáticas. Miguel Sanz, junto con Rajoy y la cúpula de UPN y el PP, consiguió convocar en el corazón de la capital navarra una de las más importantes manifestaciones jamás vividas allí. Y cuanto más habla el Ejecutivo de Zapatero, más mete la pata dejando en evidencia sus inconfesables estrategias.

Asegura Fernández Bermejo al diario de Polanco que "si ETA anunciara que se disuelve, habría desaparecido la razón de ser de todo lo demás". Hete aquí lo que prepara el Gobierno para las municipales, autonómicas y las generales en ciernes: un escenario de anuncio de disolución de la banda que haría inútil, según el ministro, la existencia de la Ley de Partidos y hasta los mismísimos procesos seguidos contra todo el entorno etarra, además de innecesaria la condena de la violencia. Los "hombres de paz" de Zapatero podrían acudir así a la cita con las urnas y recuperar el camino desandado por la persecución política, judicial, policial e internacional conseguida bajo los mandatos de Aznar.

Entre tanto, y hasta que llegue el anuncio electoral del terrorismo vasco, es decir, el nuevo comunicado-trampa sobre su disolución de cara a la galería mientras continúa la extorsión y la reorganización de sus comandos, Bermejo tiene prisa en desacreditar a la Justicia. El recién llegado al Gabinete pone ahora en entredicho la credibilidad de la Sala del 61 del Tribunal Supremo, la competente para resolver sobre la ilegalización de las distintas candidaturas electorales que la banda intentará colar. En esta carrera contrarreloj para perpetuarse en el poder, el ministro Fernández ultima los detalles del golpe de timón parlamentario preparado junto a los minoritarios nacionalistas y radicales de izquierda para desembarcar a saco en la cúpula judicial y controlar el CGPJ burlando la legalidad constitucional.

El padrinazgo etarra que se hizo público en Perpiñán pasó su bautismo de fuego al anunciar los encapuchados la tregua al día siguiente de aprobarse el Estatuto de Cataluña, sacado adelante sólo por el pertinaz concurso presidencial. Zapatero cede al chantaje de ETA tras los asesinatos de la banda y evidencia su sumisión y debilidad con la ausencia socialista en una convocatoria por la no negociación de Navarra.

Un padrinazgo al descubierto que, lejos de consolidarle en el poder, le llevará de bruces a la oposición. No hay más que ver la rebelión cívica, que no le tiene miedo a los pistoleros ni a sus chantajes y que está con "el grupo de frustrados" por la libertad, por mucho que ZP y su Gobierno pretendan ignorarla, denostarla o atacarla.

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