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Agapito Maestre

ETA y Zapatero

El aviso de los terroristas de que volverán a matar si Zapatero no cumple ha sido visto con toda normalidad.

Domingo de Resurrección. Dios ha vuelto a triunfar. Los católicos muestran su fe con renovados bríos. El sentido es celebrado en procesión por toda España. Al lado, el horror, la realidad criminal de ETA y su negocio con Zapatero. Dos terroristas encapuchados, dos criminales, hablan sobre sus tratos con el Gobierno en el periódico de ETA. Mucha es la información que se da en esta entrevista. Mucha letra pequeña para enterarnos de lo pactado entre ETA y el Gobierno para volar de modo controlado la nación. Lo declarado por ETA en esta entrevista por un lado, y el silencio del Gobierno sobre esas declaraciones por otro, conforman el "nihilismo completo" que corroe la política española. Nihilismo nietzscheano. La subversión de los valores es total. La evaporación de todo sentido de la existencia política de los españoles es absoluta.

Ahora lo peor que puede sucedernos es que comentemos con naturalidad las inmundicias pactadas entre ETA y el Gobierno. Es menester por el bien de la democracia que corramos a contemplar las aguas del abismo y gritemos que queremos gobernantes fieles a su nación. Pero, por desgracia, pocos intelectuales quieren relatar la fascinación que al nihilista, al político más entregado a ETA de la historia de España, Zapatero, le produce mirarse en esas aguas. Necesitamos un nuevo Quevedo, alguien capaz de mostrarnos cómo el presidente del Gobierno está poseído por el mal de la completa insatisfacción, de la completa agitación, contra todos y contra sí mismo. Estamos ante el nihilista político más acabado de nuestra época. Está tan fascinado por las aguas del abismo, de su negociación con los criminales de ETA, que mira en el fondo del agua y se reconcilia con su imagen rota en mil pedazos.

Si es verdad lo declarado por los terroristas, si es verdad que sólo hay diferencias de tiempo y ritmo entre los terroristas y Zapatero, entonces habrá que decir que este hombre está poseído por el odio a su nación. Peor aún, hace pasar la inmoralidad por normalidad. Este hombre, según las encuestas, podría ser nuevamente votado en unas elecciones generales. He ahí otra prueba del triunfo del nihilismo político de Zapatero. Terrible. Por si no tuviéramos bastante, las declaraciones de ETA en Gara, lejos de constituir un escándalo moral y político, son para el Gobierno algo normal. El aviso de los terroristas de que volverán a matar si Zapatero no cumple ha sido visto con toda normalidad. Repito: si Zapatero no cumple con los tiempos pactados, volverán a asesinar. O sea que, excepto los tiempos, todo está pactado. Lo fundamental, sí, la aceptación de la destrucción de la nación, no está puesta en duda ni por Zapatero ni por ETA.

He ahí la inmoralidad. Todo parece normal. Todo vuelve a repetirse. Todo es penumbra y silencio ante el terror. Nadie parece escandalizarse. Nadie quiere excluirse del proceso de ocultamiento del terror de ETA y su socio Zapatero. Nadie tiene la intención de gritar: esto es una inmoralidad; una sociedad no puede asentarse sobre el crimen y el terror. Es horrorosa la entrevista de los dos terroristas en Gara, pero no es menos inmoral el tratamiento de normalidad que le otorgan Zapatero y sus correligionarios. A ese proceso de normalidad "nihilista" nadie como Zapatero ha contribuido de manera decisiva. Es su gran triunfo. Pareciera que está poseído para hacer del mal, de la perversidad política, normalidad: los terroristas no matarán, mientras Zapatero vaya cumpliendo lo pactado. Eso es todo. Por eso, el Gobierno calla. ¿Qué va a decir? Todo está pactado. Zapatero está en lo mismo que ETA: la destrucción de España. La única divergencia reside en los tiempos. Ellos no matarán, mientras el Gobierno conceda lo convenido.

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