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Ignacio Villa

De la rendición a la perdición

El Gobierno ha encadenado un largo rosario de concesiones a la banda terrorista a cambio de nada. Mejor dicho, a cambio de atentados como el de Barajas, de chantajes como el de De Juana Chaos o de amenazas como las de esta última entrevista de Gara

El gran error, el error inequívoco de Rodríguez Zapatero ha sido pensar que, utilizando sus dotes de persuasión, iba a reconducir la barbarie terrorista, como si hasta su llegada a la Moncloa nadie hubiera intentado terminar con el terrorismo. Zapatero pensó que su llegada al poder era una auténtica bendición que aliviaría, entre otras muchas cosas, la gran lacra de la sociedad española. Ese error, producto de su vanidad y su soberbia, nos está costando muy caro a todos.

Lo que queda más claro después del último comunicado encubierto de ETA es que los terroristas mantienen el control de la situación con más fuerza que nunca. Son ellos quienes exigen, imponen las reglas y especifican las condiciones. A día de hoy, después de un año largo de falso alto el fuego, lo único evidente es que el Gobierno de España ha encadenado un largo rosario de cesiones y concesiones a la banda terrorista a cambio de nada. Mejor dicho, a cambio de atentados como el de Barajas, de chantajes como el de De Juana Chaos o de amenazas como las de esta última entrevista de Gara.

A esto hay que sumarle la demolición del pacto antiterrorista, el entierro por la puerta de atrás de la ley de partidos y la persecución de todo discurso que proponga luchar contra el terrorismo. Son los devastadores efectos de la política de este presidente del Gobierno. Esa es la verdadera radiografía de la situación, el balance de la actuación de un presidente del Gobierno que no hace más que ceder y ceder, regalándole así la libertad de todos los españoles a una banda terrorista.

Zapatero se ha topado de bruces con la dura realidad, cuando había diseñado un escenario más propio de la ingenuidad que de la experiencia, más cercano a la insolvencia que a la credibilidad. Pero el jefe del Ejecutivo ha ido tan lejos en este empeño personal que parece imposible que rectifique. Si no lo ha hecho en las numerosas oportunidades que se le han presentado hasta ahora, se antoja ciertamente complicado que cambie de idea en el futuro.

Zapatero está embarcado en un proceso de rendición que está provocando la ruina de nuestra democracia y, especialmente, de nuestro Estado de Derecho. Cada día que pasa los terroristas aprietan más las tuercas sin que el Gobierno reaccione. La siguiente prueba de fuego será la, me temo, inevitable presencia de Batasuna en las elecciones municipales de mayo. Un paso semejante sería determinante e irreversible, una prueba de que la obstinación del presidente del Gobierno empieza a lindar con la locura.

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