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Amando de Miguel

El español americano

Un titular de un periódico puertorriqueño: "Tinajera rapeada en la carpeta". Quería decir "adolescente violada sobre la alfombra". Sin embargo, creo que en Puerto Rico entendieron perfectamente el titular.

Es muy divertida la confusión que se establece a veces en el habla de los distintos países hispanoparlantes con algunas palabras. Lo divertido está asegurado cuando esas anfibologías envuelven algún sentido sexual o de palabras prohibidas. Alejandro del Villar (Ciudad de Guatemala) recoge una picante historia:

En Guatemala existe la exclamación "¡A la gran puta!" para expresar sorpresa ante un hecho desagradable. Lógicamente, existe también el ñoñismo equivalente, "¡A la gran chucha!", en dónde chucha no tiene ningún significado concreto. Simplemente, suena similar a puta. Puedes decir el ñoñismo en un ambiente social y es tolerado sin problemas. Mi amiga estaba dando un curso en Lima a un grupo de empleados de la empresa. En cierto momento, siempre muy apropiada ella, lanzó la expresión "¡A la gran chucha!". Caras de sorpresa, risas, comentarios por lo bajini... Al percibir el cambio de actitud en el auditorio, pregunto la razón. Ahí se vino a enterar que chucha en Perú se utiliza como el modo vulgar de referirse a la vagina. Para que vea que evitar una vulgaridad puede dar lugar a otra peor.

Añado que chucha (= vulva, vagina) es comprensible por un español. En España empleamos chichi, chumino, chona, chocho o chocha en el mismo sentido, siempre en lenguaje coloquial. Es evidente la asociación con algo blando y agradable al tacto, por ejemplo, el sonido de chapotear en el barro. El sonido ch se asocia con otras palabras de intención sexual (chorra, cachondo, chingar, chulo).

Jesús Domingo Aleixandre (Valencia) da cuenta de algunos divertidos americanismos en los que domina la anfibología. En Colombia oyó que una señora decía "no me mames el pollo". La frase no es lo que parece a oídos de un español; simplemente equivale a "no te burles de mí". El verbo tirar puede significar también, como en España, el acto del fornicio. Por eso en los picaportes de las puertas de algunos países hispanoamericanos ponen el letrero de "hale" (leído "jale"), para evitar el "tire". La acción de arrojar o dejar caer una cosa no es "tirar" sino "botar".

Manuel Ramos especifica que las confusiones entre mirar y ver o entre escuchar y oír se dan mucho en Colombia y Venezuela. Luis Lebredo (Redlands, California, EEUU) añade que la confusión entre mirar y ver se da asimismo en México. Así pues, no parece que esa contaminación entre los dos verbos sea exclusiva de algunas regiones españolas. Don Luis añade que la forma "el mi" o similares no es exclusiva del Bierzo. Nada menos que aparece en la antigua versión del Padrenuestro: "el tu reino".

Luis Argüello me comunica que el verbo pararse en Colombia significa "ponerse de pie". Añado que en México y Venezuela equivale a "levantarse de la cama" y en Chile a "ir a la huelga".

Cándido Alvarado (Honduras) me señala el neologismo proactivo que se utiliza mucho en el periodismo hondureño. Quiere decir algo así como "la capacidad para resolver anticipadamente cualquier problema". La verdad es que esa idea merece una nueva palabra. Lo de proactivo llegará pronto a España.

Luis Lebredo (Redlands, California, USA) confirma que marcharse (= irse) o pernil (= muslo de cerdo o de pollo) son palabras muy comunes en Cuba. Por lo mismo prestar (= ser de provecho) es corrientísimo en el mundo hispano. Concluyo lo de siempre, que muchos localismos no son tales.

Yago Espinosa de los Monteros (México) recuerda un titular de un periódico puertorriqueño: "Tinajera rapeada en la carpeta". Quería decir "adolescente violada sobre la alfombra". Sin embargo, creo que en Puerto Rico entendieron perfectamente el titular.

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