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EDITORIAL

A Sebastián se le ve el plumero

El acto fallido de Sebastián no sólo muestra que en materia de libertad de expresión la izquierda española continúa dejando mucho que desear. También su travestismo político resulta cada día más evidente.

La demagogia de los políticos es a menudo un ligero barniz que a no mucho tardar revela el oportunismo y el electoralismo barato. Nada ejemplifica mejor este fenómeno que el caso del candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid y ex asesor económico de Rodríguez Zapatero, Miguel Sebastián.

Tras abandonar su cargo en La Moncloa dejando un triste historial de intervencionismo y cambalache –su papel en la OPA a Endesa es un asunto que debería aclarar– Sebastián se lanzó a la contienda electoral en la capital de España denunciando el derroche de Ruiz Gallardón y prometiendo disciplina fiscal. Sin embargo, nada de esto hay en su manifiesto electoral, una amalgama de todos los tópicos del llamado "buenismo"en el que se reivindican la imaginación, el civismo, la participación y, cómo no, el desarrollo sostenible y la lucha contra el cambio climático. A la vista de los grandes programas de gasto anunciados, su promesa de devolver la cordura al presupuesto municipal se nos antoja otro ilusorio intento de cuadrar el círculo, cuando no una falacia que no se cree ni él.

Pero no sólo es en este aspecto que la figura de Miguel Sebastián va, según se acerca el día de las elecciones, adquiriendo el aspecto de una patética figura de barro, un soldadito de plomo cuya tintura engalanada y multicolor se derrite a las primeras de cambio. Tampoco su apuesta por la democratización, la transparencia y otros mantras de la llamada democracia participativa merece la más mínima credibilidad. En ese sentido, su reveladora intervención de ayer en el programa Diario de la noche de Telemadrid no debería dejar lugar a dudas sobre el auténtico talante del candidato, que no parece diferir del de otros socialistas obsesionados con el control y el dirigismo.

Así, tras defender una televisión pública que no dependa del Gobierno, Sebastián respondió a la pregunta de Sánchez Dragó sobre su permanencia en el programa en caso de una victoria del PSOE con una preocupante declaración de intenciones: "Yo por mí encantado, aunque no dependerá de mi, dependerá de Rafa Simancas". Es decir, que según los socialistas la independencia consiste en que el presidente de una Comunidad Autónoma decida quién presenta los informativos en un canal de televisión. El acto fallido protagonizado por Sebastián no sólo muestra que, en materia de libertad de expresión, la izquierda española continúa dejando mucho que desear. También su travestismo político resulta cada día más evidente. Los electores deberían tomar nota.

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