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Fundación Heritage

La intromisión diplomática de Pelosi

La visita de Pelosi también rebaja la presión internacional sobre Damasco por las sospechas por su implicación en el asesinato en 2005 del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, que se resistió a que Siria dominara el Líbano.

James Phillips

La presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi perjudicó la política para Oriente Próximo de la Administración Bush durante su viaje a Siria a principios de mes. Su interferencia diplomática realizada sin autorización no solamente debilita los intereses nacionales de Estados Unidos y entorpece los esfuerzos internacionales para aislar a Siria, sino que mina los intereses de los aliados norteamericanos en Israel, Irak y el Líbano, que siguen siendo asesinados por los auxiliares sirios. El régimen de Siria –que es el segundo en orden de importancia, sólo después de Irán, en el ránking de apoyo a grupos terroristas– publicitó la visita de Pelosi describiéndola como una trascendental victoria. Para Siria, lo fue.

El viaje de Pelosi a Damasco, que dedicó a suplicar un cambio de actitud del régimen sirio, fue percibido por muchos como una señal de la creciente debilidad de la firmeza estadounidense a la hora de hacer responsable al tiránico Gobierno de Assad de sus sangrientos esfuerzos por intimidar e inquietar a los vecinos de Siria. Esto, a su vez, debilita la firmeza de Estados Unidos en su lucha en la más amplia guerra contra el terrorismo.

La presidenta de la Cámara de Representantes actúa como si el problema con Siria tuviera su origen en la incapacidad norteamericana de comunicarse con el régimen sirio. Pero la Administración Bush ha intentado repetidamente establecer contactos con el presidente sirio Bachir Assad para inducirlo a poner fin a las hostiles políticas sirias. El secretario de Estado Colin Powell visitó Damasco en mayo de 2003 y pidió a los sirios que detuviesen el flujo de efectivos, armas y dinero que cruzaba su frontera para acabar en manos de los terroristas en Irak.

El régimen baasista de Assad hizo promesas de cooperación que nunca cumplió. Sigue dando refugio a altos cargos baasistas de Irak que financian y dirigen la actividad insurgente dentro de Irak y sigue haciendo la vista gorda ante las actividades de los extremistas islámicos que usan a Siria como conducto para enviar suministros y dinero a los terroristas del país vecino. Los sirios también han rechazado los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos para persuadirlos de que reduzcan su apoyo a los grupos terroristas palestinos y dejen de entrometerse en el Líbano.

El problema no es falta de empeño. La Administración Clinton hizo todo lo que pudo para intentar que Siria entrase en las negociaciones de paz con Israel pero fracasó a pesar de los más de veinte viajes a Damasco del secretario de Estado Warren Christopher. Es un número que excede el de todos los viajes que Christopher hizo a Moscú y Pekín conjuntamente. Pero Siria fue inflexible en su oposición a los Acuerdos de Paz de Oslo en 1993 y trabajó muy estrechamente con Irán para aumentar su apoyo a los grupos terroristas palestinos y al grupo terrorista libanés Hezbolá, en un intento de incrementar el terrorismo contra Israel y perturbar la situación en el Líbano.

El mes pasado, diplomáticos norteamericanos y sirios se reunieron en la misma mesa en una conferencia internacional en Bagdad para discutir el futuro de Irak. Los sirios siguen negando que estén ayudando a los insurgentes y echan la culpa a Estados Unidos de todos los problemas de Irak.

No hace falta una mejor disposición norteamericana a hablar con Siria, sino una voluntad real por parte de ésta de acabar con sus acciones hostiles. Una foto con la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos no va a cambiar eso, pero animará al régimen de Assad a mantenerse en sus trece, continuar con su estrategia de sabotaje y esperar a que una futura administración norteamericana lo premie por su intransigencia. ¿Para que tendría que molestarse Damasco en negociar con la Administración Bush cuando Pelosi le ha transmitido el mensaje de que podría conseguir un acuerdo mucho mejor en un par de años?

La visita de Pelosi también rebaja la presión internacional sobre Damasco por las sospechas por su implicación en el asesinato en 2005 del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, que se resistió a que Siria dominara el Líbano. Al romper por su cuenta y riesgo los esfuerzos internacionales de aislar y presionar al régimen delincuente de Siria, la presidenta ha dificultado el empeño libanés por liberarse del dominio sirio. Uno de los columnistas más destacados del Líbano denunciaba amargamente las iniciativas diplomáticas de la presidenta concluyendo que, "desgraciadamente, llegan peces gordos del extranjero intentando sacar provecho en su país, para irse y dejar que arreglemos nosotros solos el estropicio."

Pelosi también debilitó a Israel cuando despreocupadamente anunció que esperaba un gran avance en las negociaciones de paz sirio-israelíes. Después de su reunión con el presidente Assad, Pelosi proclamó: "Estamos muy contentos con las garantías que nos ha dado el presidente Assad de que está dispuesto a retomar el proceso de paz". Afirmó también que "nuestra reunión con el presidente Assad nos ha permitido transmitirle el mensaje del primer ministro israelí Olmert de que Israel también está dispuesto a participar en conversaciones de paz."

El Gobierno israelí rápidamente puso las cosas en claro comunicando que ése no era el mensaje que Olmert le había pedido a Pelosi transmitir a Assad y que Israel no ha cambiado su política de rechazar entrar en conversaciones con Siria hasta que no deje de apoyar a los terroristas palestinos. Pelosi no sólo destrozó el mensaje de Olmert sino que, al hacerlo, también minó la posición diplomática de Israel. Esto sólo envalentonará a Siria para que persista en su estrategia de acaudillar y facilitar el terrorismo mientras habla de desear un "proceso de paz".

Según la Constitución de Estados Unidos, es el poder ejecutivo el que tiene la responsabilidad de delinear la política exterior, no el legislativo. La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos no tiene la autoridad, la experiencia o el personal necesario a sus órdenes para dirigir una política exterior alternativa para Estados Unidos, especialmente en el volátil Oriente Próximo. Su iniciativa diplomática independiente en Siria ha minado la política exterior americana, dañado los intereses de sus aliados y entorpecido los esfuerzos internacionales para combatir el terrorismo, estabilizar Irak y consolidar la independencia libanesa de Siria. El viaje de Pelosi es el tipo de intromisión diplomática por parte del poder legistativo que los creadores de la Constitución de Estados Unidos pretendían evitar.

©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

James Phillips es investigador especializado en estudios de Oriente Próximo del Instituto Kathryn and Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales de la Fundación Heritage.

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