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Thomas Sowell

El reguero de mentiras del caso Duke

Todo lo que ha sucedido en este caso, desde el principio hasta el final, tiene perfecto sentido desde el momento en que se examina en relación a la carrera del fiscal del distrito, no como un intento de hacer justicia.

El fiscal del distrito Michael Nifong ha pedido perdón a los estudiantes de la Universidad de Duke a los que procesó por violación por sus "valoraciones que finalmente demostraron ser incorrectos". Al contrario de lo que dice la formulación de moda para pedir disculpas ("se cometieron errores"), no hay motivo para creer que Nifong cometiera ninguno en este caso, o que sus valoraciones fueran incorrectas, si excluimos el error de cálculo que cometió al pensar que podría irse de rositas.

Nada de lo que hizo Michael Nifong es consistente con un supuesto convencimiento de la culpabilidad de los alumnos de Duke. Si realmente hubiera pensado que eran culpables, habría esperado llegar a juicio para que fueran condenados. Pero en ese caso, bastaría la rueda de reconocimiento amañada que montó para que el tribunal desestimase el caso.

Predije en esta columna en abril del año pasado que este caso nunca llegaría a juicio porque ya entonces era obvio que dictaminar la culpabilidad o inocencia de los acusados no era el verdadero objetivo del fiscal del distrito. Lo que servía a los propósitos de Nifong era mantener vivo el caso lo bastante para que le valiese su reelección.

Una verdadera rueda de reconocimiento, llevada a cabo según normas bien establecidas, podría haber revelado desde un primer momento que la stripper que acusaba de violación a los jugadores de lacrosse de Duke no tenía idea de quienes eran. Eso habría tumbado el caso y destruido el as en la manga de Nifong para ganar el voto negro: la baza racial. El que no interrogara ni a la demandante ni a los acusados durante meses sugiere de igual manera que estaba más preocupado por evitar que se derrumbara el caso prematuramente, es decir, antes de las elecciones, que por averiguar lo que había sucedido realmente.

Irónicamente, fue un taxista negro quien proporcionó la primera prueba de que la acusación era falsa. Dijo que uno de los estudiantes se encontraba en su taxi, camino de un banco, en el momento en que se suponía que la violación había tenido lugar. Posteriormente, el testigo fue interrogado por la Policía por un asunto completamente distinto durante horas antes de que lo dejaran marchar, sin que lo acusaran de ningún delito. Después de aquello poco se supo del taxista, si es que se supo algo, en relación con el falso caso de violación de Duke. Parece que recibió el mensaje.

Más tarde resultó que una cámara de seguridad de un banco confirmó con fecha y hora lo que había dicho el taxista, puesto que mostraba a uno de los estudiantes de Duke acusados sacando dinero de un cajero automático en el momento en que presuntamente estaba cometiendo la violación.

Durante la investigación de los cargos de falta de ética presentados contra Nifong por el Colegio de Abogados de Carolina del Norte, una de las cosas convendría averiguar si el fiscal del distrito tuvo algo que ver con el acoso e intimidación a un testigo cuyo testimonio habría minado su caso.

Otra de las peores cosas que ha hecho Nifong y que ha intentado retratar como un descuido por su parte, fue no dar a conocer que las pruebas de ADN recogidas de las medias y de las zonas próximas del cuerpo de la demandante demostraban que, aunque había varios hombres que habían tenido contacto con ella, no había rastros de ADN de los estudiantes de Duke.

Parece plausible que un fiscal del distrito muy ocupado pudiera haber olvidado eso. Pero el testimonio bajo juramento del director del laboratorio que llevó a cabo las pruebas de ADN dice que Nifong le pidió específicamente no revelarlo. No fue un descuido ni un error de juicio. Fue una tentativa deliberada de ocultar pruebas en un caso criminal.

Cuando meses después del procesamiento de los estudiantes de Duke salió por fin a la luz que la stripper que les acusaba ni siquiera estaba segura, pese a todo lo que había declarado antes, de que hubiera tenido lugar una violación, Nifong se limitó a retirar los cargos de violación, pero dejó todos los demás pendiendo sobre las cabezas de los estudiantes, cuando estaban basados en el testimonio de la misma demandante, que ya había demostrado merecer muy poca confianza.

Es difícil que Nifong creyera que esos otros cargos se mantendrían en pie ante el tribunal. Pero no tenían que hacerlo. Tras meses de creciente presión y crecientes costas legales, muchos habrían negociado y "confesado" algo sin importancia sólo para poner fin a la pesadilla. Una falsa confesión de este tipo habría ahorrado a Nifong el verse llevado ante el Colegio de Abogados del estado bajo acusaciones de falta de ética.

Todo lo que ha sucedido en este caso, desde el principio hasta el final, tiene perfecto sentido desde el momento en que se examina en relación a la carrera del fiscal del distrito, no como un intento de hacer justicia.

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