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Ignacio Villa

La legalización encubierta de Batasuna

Estamos asistiendo a algo parecido a lo que ya ocurriera con el Partido Comunista de las Tierras Vascas. Se hace mucho ruido para cumplir el expediente pero, al final, no impiden que se presenten a las elecciones.

El espectáculo que está ofreciendo el Gobierno no tiene nada nuevo. Se ha repetido en innumerables ocasiones, con los mismos protagonistas y hasta por los mismos hechos. Primero se ocultan las acciones del Ejecutivo, luego se miente sobre ellas y, finalmente, se insulta a todo lo que se mueve para intentar esconder tras el griterío las graves responsabilidades en las que han incurrido Zapatero y los suyos. Lo hicieron tras el atentado de Barajas, tras la liberación del etarra De Juana Chaos, tras la retirada de las acusaciones contra Otegi y ahora lo repiten con la legalización encubierta de Batasuna.

A estas alturas ya nadie duda de que Batasuna estará en las elecciones municipales del 27 de mayo representada por alguna de sus franquicias. Sin ir más lejos, este miércoles Zapatero, De la Vega y Pérez Rubalcaba tuvieron una espléndida oportunidad de dejar clara cuál es la posición del Ejecutivo en la legalización de Acción Nacionalista Vasca, es decir, Batasuna. No ha habido más respuesta que los insultos al Partido Popular.

A esto hay que añadir la providencia del juez Garzón, en la que pide una serie de datos sobre esta marca etarra a entregar en cuarenta y ocho horas. A primera vista podría parecer que ha tomado cartas en el asunto, pero ha dado tan poco tiempo que no parece posible que puedan cumplir con éxito su orden, lo que le daría la excusa perfecta. Estamos asistiendo a algo parecido a lo que ya ocurriera con el Partido Comunista de las Tierras Vascas. Se hace mucho ruido para cumplir el expediente pero, al final, no impiden que se presenten a las elecciones.

Quizá hace unos meses nos podríamos haber tragado todo esto, pero a estas alturas ya resulta difícil. Después de ver a De Juana paseando por las calles de San Sebastián o a Arnaldo Otegi saliendo tranquilamente de la Audiencia Nacional con la bendición de la Fiscalía, los patéticos intentos de hacer ver que se está actuando ya no son creíbles. Esa es la realidad, guste o no guste.

Pero precisamente porque no le gusta a nadie, el Gobierno se lanza a insultar, gritar y atacar como una banda de posesos al Partido Popular. Es la única artimaña que les queda para intentar desviar la atención. Lo que ocurre es que la humillación es tan grande, la rendición tan llamativa que ni los gritos ni los pataleos del Ejecutivo pueden tapar la verdad de los hechos.

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