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Walter Williams

Aprovecharse de la ignorancia

Si una compañía norteamericana paga a un camboyano 3 dólares al día cuando la segunda mejor opción de éste –revolver en la basura de un vertedero asqueroso– le permite ganar 75 centavos al día, ¿ha mejorado su situación esa compañía o la ha empeorado?

Hay demasiados norteamericanos que se gradúan en el instituto y la universidad habiendo aprendido qué deben pensar, en lugar de haber adquirido las herramientas del pensamiento crítico e independiente. Tampoco aprenden demasiado sobre la historia de nuestra nación. De modo que son presa fácil de la retórica de charlatanes y timadores políticos. Examinemos un par de ejemplos.

Uno de los argumentos en contra del comercio internacional es que compañías tales como Nike o Gap Inc. explotan a los trabajadores del Tercer Mundo pagándoles salarios muy por debajo de los que imperan en Estados Unidos y otras naciones desarrolladas. ¿Están siendo explotados los trabajadores? Todo depende de cómo responda usted a esta pregunta: Si alguien se presenta y le ofrece una oportunidad mejor que cualquier otra que tenga sobre la mesa, ¿la describiría como "explotación"?

Concretemos más. Si una compañía norteamericana paga a un camboyano 3 dólares al día cuando la segunda mejor opción de éste –revolver en la basura de un vertedero asqueroso– le permite ganar 75 centavos al día, ¿ha mejorado su situación esa compañía o la ha empeorado? Si su respuesta es que ha mejorado, ¿cómo puede ser "explotación" un término apropiado para describir esa transacción? Se podrá decir que es explotación porque al trabajador se le debería haber pagado más. Yo creo que la Universidad George Mason debería pagarme más. ¿Es apropiado utilizar el término "explotación" para describir mi relación con la Universidad George Mason?

Ahora vayamos a la historia. La doctora Condoleezza Rice, en un discurso de octubre de 2003 ante el Chicago Council on Foreign Relations, dijo: "Cuando los padres fundadores dijeron 'Nosotros, el Pueblo', no se referían a mí. Mis ancestros eran considerados las tres quintas partes de una persona". Aun no siendo la intención de la doctora Rice, este malentendido común de nuestra historia se utiliza con frecuencia para desacreditar a los grandes hombres que fundaron nuestra nación, sin contar toda la historia.

Los padres fundadores tuvieron problemas con el tema de la esclavitud. George Washington, James Madison, Thomas Jefferson, John Jay, Patrick Henry y muchos otros eran muy críticos con la esclavitud, a la que describieron como "un mal lamentable", "la enfermedad de la ignorancia", "el dominio opresor" o "una inconsistencia que no se puede excusar".

Los delegados de la Convención Constitucional de Filadelfia de 1787 tuvieron que negociar muchos temas conflictivos que podían romper un acuerdo. La esclavitud fue uno de ellos. Los estados sureños dejaron claro que no votarían a favor de ratificar la Constitución si abolía la esclavitud o ponía fin al comercio de esclavos. Los delegados procedentes de los estados esclavistas querían que los esclavos contasen como personas normales a efectos de determinar la representación en el Congreso. Eso habría dado mayor poder político al Sur. El delegado James Wilson ofreció un compromiso según el cual los esclavos se contabilizarían como las tres quintas partes de una persona a efectos de determinar la cifra de representantes que poseía un estado en la Cámara de Representantes. A cambio, se llegó al compromiso de fijar 1808 como el año en que, como muy tarde, se acabaría con el comercio de esclavos.

No hay ninguna duda de que el esclavismo es una abominación y una grotesca violación de los derechos humanos, pero los fundadores tenían que decidir si habría o no una Unión. De haber sido la moral su única guía, la Constitución nunca habría sido ratificada y nunca se habría creado una Unión. Una pregunta que deberíamos plantear a aquellos que condenan a los fundadores es si los americanos negros estarían mejor o peor situados hoy si tanto los estados del norte como los del sur se hubieran salido con la suya y, como consecuencia, no hubiera existido Constitución de los Estados Unidos ni Unión.

La ignorancia sobre nuestra historia y la incapacidad para pensar de manera crítica han proporcionado considerable munición a quienes quieren dividirnos para obtener réditos políticos. Normalmente no me trago las teorías conspiratorias, pero es tentador pensar que los charlatanes, los timadores y los demagogos de América están conchabados con el estamento de la enseñanza en nuestras escuelas y universidades públicas para atontar a la nación.

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