Menú
Amando de Miguel

Prosodia

La ventaja del acento o del dialecto andaluz (hay varios) es que resulta simpático al resto de los españoles.

José Enrique Alés Martínez opina que la pronunciación correcta de Axarquía es "Ajarquía" y no "Aksarquía" o "Asharquía". Se sigue la regla de "México".

José María Gutiérrez se queja de la pronunciación "Alántico" para significar el océano Atlántico. Por lo mismo se oye decir "aleta" (= atleta) o "alético" (= atlético). Así lo dice, por ejemplo, un famoso presentador del tiempo atmosférico en televisión. Desde luego, no me parece correcto, pero tampoco es para rasgarse las vestiduras. Seguramente hay personas que no pueden pronunciar el sonido "tla", tan mexicano. Por lo mismo, a muchos gallegos les resulta difícil pronunciar "técnico" y se quedan con ténico. Bueno, hay que ser tolerantes con las distintas maneras de pronunciar el castellano. Por eso acaba siendo español.

Juan Antonio Miranda se pregunta por qué al terrorista que se hace llamar Otegi lo llamamos "Otegui". Es así como se dice en vascuence. Quizá sea porque el sonido –gi sea de difícil pronunciación. Por otra parte, se impone el interés de los nacionalistas vascos por escapar todo lo posible de la grafía castellana. De ahí el capricho de la sustitución de la C por la K. Es sabido que, incluso hablando en castellano, los modelos de enseñanza en el País Vasco son A, B y D. Es decir, se saltan bonitamente la C. Los nacionalistas vascos de todos los partidos consideran que la C es una letra invasora. Volviendo a lo de Otegi. El sonido castellano –gui en vasco se escribe –gi. Por ejemplo giri (pronunciado guiri), que en su día fue un mote aplicado a los soldados liberales por los carlistas. Esa voz era la abreviatura de giristino o partidario de la Reina María Cristina. Hay otra interpretación: los soldados de la Guardia Real de Isabel II llevaban en la gorra estas iniciales GRI (Guardia Real de Infantería). Ahora guiri, en castellano, turista o residente extranjero, particularmente de raza blanca y de habla no española. Quizá sea una voz onomatopéyica para referirse a "los que no hablan nuestro idioma", naturalmente con un sentido despectivo. Aunque don Juan Antonio se refiera al "terrorista Otegui", lo cierto es que ese individuo aparece aclamado en los telediarios españoles como si fuera un dignatario extranjero merecedor de todos los respetos. Algún día veremos que le dan el Premio Nobel de la Paz.

Manuel Lages se pregunta si la pronunciación andaluza de la S y de la CH podría ser una reminiscencia de los iberos. No soy un experto en esas cuestiones de Alta Lingüística, como es bien sabido. Pero me da que los andaluces no tienen por qué haber recogido la herencia fonética de los iberos más que los castellanos. Por otra parte, dudo de que alguien pueda saber cómo pronunciaban los iberos la S o las otras letras. La explicación es mucho más sencilla. Basta con seguir el principio de Guillermo de Occam (la explicación mejor es la más sencilla).

Un pueblo cualquiera (se acerque a una localidad o a una nación) necesita un idioma privativo para distinguirse de los pueblos vecinos. En el caso de compartir el mismo idioma la necesidad se concreta en la decisión de adoptar palabras o sonidos distintos, es decir, variaciones dialectales. Para fijar la identidad de uno se necesita marcar las diferencias con los próximos. Algunos andaluces se comen las eses finales y pronuncian la CH como SH o algo así para indicarnos a los de fuera que ellos son andaluces y son muy suyos. Naturalmente, esa forma de hablar no se piensa, se hereda o a veces se adquiere por mimetismo, por propincuidad. Tan natural llega a ser la apropiación que cada uno piensa de sí mismo y de los suyos que no tienen acento. El acento particular lo tienen los de fuera. La ventaja del acento o del dialecto andaluz (hay varios) es que resulta simpático al resto de los españoles.

Susana Molledo confirma que en el País Vasco hay más hablantes que distinguen el sonido Ll del sonido Y. También es verdad que esa distinción la observa mejor doña Susana en las personas de cierta edad. Es decir, la distinción se está perdiendo por razones generacionales, "pero no se reserva en ningún caso para el lenguaje formal", como yo suponía. Doña Susana reconoce humildemente que le cuesta muchísimo pronunciar su apellido. Interesante.

En Sociedad

    0
    comentarios