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Ignacio Villa

Una selva sin ley de partidos

La ley de partidos sirvió para que los terroristas desaparecieran de las instituciones democráticas. Si ahora los mismos que tuvieron que abandonar escaños y concejalías van a volver a estar donde entonces es que la ley de partidos ha sido demolida.

Zapatero ha hablado por fin este martes en Vitoria de la gran cuestión de estas elecciones: el regreso de ETA-Batasuna a las instituciones democráticas. El presidente del Gobierno ha defendido, sin argumentos y con insultos, la presencia de Acción Nacionalista Vasca en las elecciones del 27 de mayo. La pobre justificación de Zapatero  ha sido anunciar a los cuatro vientos que la Fiscalía y la Abogacía del Estado –pese al rapapolvos del Supremo– han cumplido la ley de partidos. El problema es que si hay algo que todo el mundo tenga claro es que el Gobierno ha dinamitado esta ley para cuya aprobación se reunió un consenso que tanto tiempo y esfuerzo necesitó para su construcción.

La ley de partidos sirvió para que los terroristas desaparecieran de las instituciones democráticas y dejaran de recibir los fondos que la ley garantiza a quienes están en ellas. Si ahora los mismos que tuvieron que abandonar escaños, concejalías y alcaldías van a volver a estar donde entonces es que la ley de partidos ha sido demolida. Lo demás son juegos florales.

Nunca hemos dudado de que, pese al atentado de Barajas, el proceso de rendición nunca fue interrumpido, como demuestran los casos de De Juana Chaos, Otegi y ANV. Está claro que Zapatero ha sido receptivo a las exigencias de los terroristas y ha cedido a todas ellas. Con todo lo que estamos viendo, con las cesiones de este Gobierno frente a ETA, con los gestos cariñosos que Moncloa dedica a los terroristas, resulta imposible negar que el proceso de rendición sigue en marcha. Pero si además Zapatero vuelve a dejar abierta la puerta a que siga adelante, resulta imposible cerrar los ojos ante una infamia de semejante calibre.

Han bastado cinco días de campaña para que Zapatero reconozca que vuelve a recorrer el sendero de la rendición ante ETA. El resultado es que los terroristas mandan en el calendario e imponen sus objetivos. Ante esto, el presidente del Gobierno sólo es capaz de aducir unas torpes excusas que nadie se cree sobre un supuesto cumplimiento de la ley de partidos que permite a Batasuna presentarse en la mayor parte de sus feudos más importantes a través de una franquicia pactada. La realidad es la que es, y ante ella poco pueden las mentiras de Zapatero.

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