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Fundación Heritage

Europa y el escudo antimisiles

El fascismo islámico no es un ataque a la política exterior norteamericana sino a las libertades que disfrutamos en la civilización occidental.

Sally McNamara

Las iniciativas para extender el escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa construyendo instalaciones adicionales en Polonia y la República Checa representan la culminación de una idea que fue concebida en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

Cuando la Alemania nazi lanzó el primer ataque de misil balístico con éxito sobre Londres en 1944, dio comienzo a un reino de terror contra el que los poderes aliados no tenían respuesta alguna. Amplias zonas de Londres se vieron completamente destruidas y se sufrieron enormes pérdidas humanas al paso de los silenciosos cohetes con piloto automático V-2 que siguieron adelante con su inmisericorde embestida. Fue en medio de esta desesperada situación cuando Winston Churchill concibió por primera vez una defensa integral de antimisiles balísticos.

Hoy, la situación es aún más arriesgada ya que todo Occidente se enfrenta a las amenazas de estados parias como Irán y Corea del Norte, así como de actores no estatales como Al Qaeda y Hezbolá. Corea del Norte, uno de los lugares más pobres y sombríos del planeta, realizó varias pruebas de misiles el verano pasado. Irán, sujeto a sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, ya tiene el Shahab-3, misil balístico de alcance medio, capaz de alcanzar una distancia de más de 2.000 kilómetros. Los 13.000 misiles que se calcula que posee Hezbolá fueron su arma preferida en el conflicto israelí-libanés del año pasado.

Ahora, sin embargo, Occidente tiene la capacidad de enfrentar al menos algunos de estos retos. La defensa es la mejor ofensiva para responder a la enorme proliferación de misiles de medio y largo alcance.

Diez interceptores terrestres de misiles de largo alcance en Polonia y un radar en la República Checa –el "tercer sitio" de Estados Unidos con una instalación antimisiles terrestres– fortalecerán la seguridad transatlántica y contrarrestarán la amenaza en evolución de los misiles balísticos de Oriente Próximo. Dependiendo de que el Congreso de los Estados Unidos suministre los fondos necesarios y que sea legislativamente aprobado sin mayores problemas en Varsovia y Praga, su construcción podría empezar en 2008 y estar operativo a comienzos de 2012.

Una defensa antimisiles terrestre en Europa es muy buena idea. Europa, al igual que Estados Unidos, es vulnerable a ataques terroristas y actos de guerra. Las atrocidades terroristas en Washington, Nueva York, Madrid, Londres y Estambul fueron ataques contra los principios de la libertad y exigen una respuesta transatlántica conjunta.

Las instalaciones en terceros lugares permiten a Estados Unidos extender su propio paraguas de seguridad y al mismo tiempo proteger a sus aliados europeos. Para Varsovia y Praga, esto sería un hito que marcaría su integración en la comunidad transatlántica de seguridad. Estarían contribuyendo de manera importante con la OTAN y pronunciándose decididamente en apoyo del principio de mutua defensa de la OTAN.

Albergar estas instalaciones para la defensa antimisiles supondría además para Polonia y la República Checa disponer de una relación especial con Estados Unidos en asuntos de defensa. En su transcendental discurso de 1946 El telón de acero, Churchill explicaba que las capacidades interoperables, los intercambios personales y la concordancia doctrinal eran los ejes de la relación especial anglo-americana. La veterana estación de radar de Fylingdales, Reino Unido, es un potente símbolo de la duradera alianza militar que contribuye a esa relación especial. Si Polonia y la República Checa aspiran a tener vínculos militares y diplomáticos más estrechos con Estados Unidos, albergar esas instalaciones sería una señal tangible en la construcción de la alianza transatlántica.

Sugerir que estas instalaciones norteamericanas relativamente modestas harían a Polonia y la República Checa más vulnerables al terrorismo islámico es simplemente un análisis erróneo. El fascismo islámico no es un ataque a la política exterior norteamericana sino a las libertades que disfrutamos en la civilización occidental. Además, Al Qaeda obtendría una gran victoria si fuera capaz de dictar la agenda de la política exterior de países democráticos.

Tampoco hay razón para creer que estos sistemas serán algo más que un complemento para la OTAN y su propio trabajo de defensa antimisiles.  A ese respecto, Polonia y la República Checa tienen la oportunidad de demostrar no sólo su compromiso con la OTAN sino también su liderazgo en el rechazo a la duplicación y desconexión de los poderes de la OTAN por parte de la Unión Europea a través de la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD). La OTAN es la alianza multilateral más exitosa de la era moderna y representa el sólido compromiso de Estados Unidos con la seguridad transatlántica. La creación de estructuras militares duplicadas y con poderes de decisión autónomos independientes de la OTAN significa una importante ruptura geopolítica entre Europa y Estados Unidos que no le hace ningún bien a ninguno de los dos. Un nuevo compromiso de Praga y Varsovia con la OTAN, junto a sus respectivas alianzas bilaterales con Estados Unidos, enviaría un enérgico mensaje a las élites en Bruselas en favor de una Unión Europea de estados nación independientes y con poder propio de decisión.

Los tangenciales beneficios económicos, debido a los desarrollos tecnológicos de alto nivel y al aumento de proyectos de investigación y desarrollo, también tienen su importancia. Para economías en crecimiento como Polonia, que está buscando traer de regreso al enorme caudal de emigrantes que ha producido su ingreso en la Unión Europea, poner el punto de mira en grandes industrias no es una mala idea.

Estas instalaciones aumentarán la seguridad de toda Europa y la protegerá contra amenazas actuales y futuras. Los gobiernos involucrados deben intentar hacer un serio esfuerzo para superar la animadversión y los malentendidos de la opinión pública sobre ellas. Igualmente, el Sejm polaco, el Parlamento checo y el Congreso de Estados Unidos necesitarán una determinación firme y los fondos adecuados para dar este paso hacia el fortalecimiento de la alianza transatlántica de seguridad.

©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Sally McNamara es analista de política europea en el Centro Margaret Thatcher por la Libertad de la Fundación Heritage.

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