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La necesaria transición

Al contrario que la derecha española, el PSOE no ha efectuado transición alguna; jamás ha repudiado la guerra civil, sino que aún hoy repudia y combate a uno de los bandos, sin violencia, pero con igual intensidad.

La caída del muro de Berlín y el 11 de septiembre supusieron para la izquierda europea una transformación y una necesaria adecuación profunda a los nuevos tiempos. La defensa de los sistemas democráticos, la crisis de los valores y la lucha contra el islamismo han provocado una reflexión obligada, de la que participa casi toda la izquierda europea; véase el caso de Blair. No es la única, naturalmente; también la derecha está inmersa en una reflexión semejante acerca de los nuevos retos.

Pero de este proceso intelectual se ha caído desde el principio el partido de Zapatero. Cuando en Europa la izquierda debate cómo combatir el terrorismo islámico, antiliberal, antidemocrático y antiprogresista, el PSOE transcribe casi textualmente el discurso de los años treinta del siglo XX sobre la guerra, el capitalismo, el colonialismo y la democracia, pasado, eso sí, por cierto sesentayochismo. En clave internacional, el discurso antiamericano, antisraelí y antioccidental, pro-Hamas y pro-Chávez; y en clave nacional, el discurso antinacional y antiliberal, que le lleva a negociar con ETA. Así, ni la nueva izquierda europea entiende a Zapatero, ni parece tener intención de entenderlo. Esta campaña electoral no ha hecho más que mostrar este abismo; compárese con la francesa.

Al contrario que la derecha española, el PSOE no ha efectuado transición alguna; jamás ha repudiado la guerra civil, sino que aún hoy repudia y combate a uno de los bandos, sin violencia, pero con igual intensidad. Entendiendo la Constitución como un instrumento, ha continuado por medios pacíficos la guerra total contra la derecha, negando que tenga cualquier legitimidad para gobernar democraticamente. Como pone de manifiesto su acción de gobierno, el PSOE continúa siendo un partido ideológicamente preconstitucional, lo que constituye una anomalía histórica para la izquierda y para el país, que es el que carga con el peso de una política que nos aleja de la nueva Europa.

Anclado en la Segunda República y con el recurso constante a la guerra civil, el PSOE se muestra incapaz de seguir a sus correligionarios europeos. Camina más bien en sentido contrario; en vez de pensar el siglo XXI, el PSOE sigue anclado en el XIX y en lo peor del XX. Las depuraciones ideológicas, las imposiciones caudillistas y el control total del partido y del Gobierno muestran a un PSOE con graves deficiencias democráticas, con un concepto de la política entendido como choque social contra la democracia liberal y occidental. La campaña electoral ha puesto de manifiesto este atraso histórico e ideológico de la izquierda española.

El carácter preconstitucional del PSOE ha saltado a la luz del día por la política de Zapatero, que está provocando reacciones aún de alcance desconocido. Los movimientos y manifiestos de la izquierda moderada española, los rumores de nuevos partidos políticos que sigan la senda europea apuntan a lo necesario de una reflexión de la izquierda. Un partido socialista europeo no puede comportarse como lo hace el PSOE de Zapatero. Podrá acometerla tras las elecciones de este fin de semana o tras las próximas generales, pero lo cierto es que el PSOE tiene la tarea pendiente de afrontar por fin y de una vez por todas su transición definitiva a la democracia.

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