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Cristina Losada

La cría del alevín de nazi

El manifiesto ganador del concurso, escrito por alumnos de 3º de ESO, proclama que escuchar el gallego en todas partes es un placer que "nadie... mirlo, raposo, lobo o rata nos debería quitar sin llevar una buena paliza gratis".

Es inútil mirar para ese otro lado. Los niños no vienen de París. Los matones que le parten los dientes a una joven política vasca del PP, intentan romperles la crisma a los de Ciudadanos o sabotean actos cívicos en Galicia, no vienen de no se sabe dónde ni salen de los bajos fondos. De las familias salen, claro, pero sobre todo de las escuelas. De nuestras madrassas. Mejor dicho, de las de ellos. De aquellos que las han tomado, con el beneplácito de la autoridad incompetente, para convertirlas en centros de adoctrinamiento nacionalista. Y, como secuela inevitable, de entrenamiento. ¿En qué? En que la violencia contra quienes no se pliegan a sus imposiciones es más que aceptable: necesaria. Y si en el País Vasco la glorificación del terrorismo alcanza grado de especialidad regional y en Cataluña dedican reportajes televisivos a la tesis de la violencia necesaria, en Galicia van haciendo camino pasiño a pasiño para que en las mentes infantiles anide una predisposición similar a la dialéctica de los puños.

Desde hace siete años, se celebran unas carreras de escolares a favor del gallego, que huelga decir, ya no son a favor, sino en contra: en contra del español y de quienes lo hablan. Por si hubiera dudas del sesgo de esta iniciativa llamada Correlingua, el manifiesto ganador del concurso, escrito por alumnos de 3º de ESO, el que daba sustancia doctrinal a las carreras de este año, proclama tras los lamentos victimistas de rigor que escuchar el gallego en todas partes es un placer que "nadie... mirlo, raposo, lobo o rata nos debería quitar sin llevar una buena paliza gratis". Los alevines nacionalistas y sus inspiradores no se andan por las ramas. Beben en las fuentes. Tal como hicieron los nazis –los judíos como ratas– despojan de su condición humana a quienes no emplean la lengua por ellos sacralizada y en consonancia con los padres del invento, recetan la medicina de las camisas pardas: sacudirles. Gratis, dicen. Gratis les está saliendo la violencia a los que la practican. Cuando no resulta premiada.

Cuarenta mil escolares de diez municipios escucharon esas y otras frases aleccionadoras como colofón de la fiesta. Más las habrán leído en clase y todo ello con el sello aprobatorio y la colaboración del Gobierno autonómico, las diputaciones de Orense y Coruña, la Televisión de Galicia y los ayuntamientos de Santiago, Pontevedra, Vigo y Lugo. Eso por la parte que toca a los partidos políticos –todos– y al dinero público. Pero tampoco falta la aportación privada o semi, como la de Caixanova. Y téngase esta lista en cuenta a la hora de evaluar la irresponsabilidad. Porque la andanada se dirigía, en particular, contra una serie de empresas que el manifiesto cita expresamente. Empresas de telefonía móvil a las que presenta como los malvados que arrebatan a los buenos el gallego y que desconocen y desprecian a Galicia, que en el original es Galiza. No en vano los promotores del Corre-que te-voy-a-zurrar son tres entidades controladas por el BNG: Mesa pola Normalización Lingüística, el sindicato CIG y la Asociación Sociopedagóxica Galega, que de amor y pedagogía, nada.

Y no en vano el BNG había lanzado poco antes de que se iniciaran estas correrías una campaña de presión a las empresas de telefonía para que también los móviles falen galego. Así las gastan los nacionalistas. No dudan en utilizar a los niños para sus objetivos políticos. Y socialistas y populares, instituciones, entidades financieras y empresas privadas, dicen "sí, bwana" y prestan su apoyo a la pedagogía del odio y la violencia. Con el consentimiento de los necios, avanza la cría de pequeños nazis. Cuando crezcan, les quemarán sedes y cajeros. Más. Algunos ya saben poner bombas.

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