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Zerolo cogió su fusil

La desgracia para España es que el Gobierno sigue pensando que la política exterior es la continuación de la mani contra la guerra y el día del orgullo gay por otros medios.

"La Unión Europea no es un banco al que se pueda ir sólo a pedir subvenciones. Si no se respetan ciertos valores cívicos y republicanos, ¡puerta! ¡Fuera de la UE!". La frase fue pronunciada por Pedro Zerolo en un acto gay en Madrid. Difícilmente se puede encerrar en una sola frase la disolución ideológica del PSOE actual: el desprecio profundo por los países europeos en desarrollo, la reducción de la política exterior al aldeanismo progre, las formas desagradables y violentas, el grito del nuevo rico venido a más al que le ponen micrófonos delante.

El caso de Zerolo es sólo una anécdota, pero muestra la total incapacidad que rige la política exterior del gobierno, inútil para definir un proyecto diplomático y estratégico español, acaba generando problemas desde el interior. El Gobierno actual sigue con la obsesión por Irak y los Estados Unidos, pero más allá de eso, no sabe y no contesta. O sólo contesta yes. La falta de profesionalidad de Moratinos o Zapatero supone el triunfo del atavismo ideológico del No a la Guerra que mostró Zerolo, del que luego, además, se averguenzan; ¿le habrán enseñado a Condi el vídeo electoral de las pasadas elecciones?

Con la zafiedad militante como bandera, no debe extrañarnos el paso fugaz de los políticos extranjeros por España. Ninguno quiere contaminar su imagen posando con Zapatero, y cuando no les cabe más remedio, pasan fugazmente. En estos últimos días hemos visto a Zapatero defendiendo los apaños con ETA, mientras Sarkozy llegaba con las cosas claras por delante, adelantando su anfitrión que al terrorismo se le persigue. Y haciéndole tragar el la France vote oui y el mamotreto constitucional que defendió, lo que hizo sin rechistar y sonriendo.

Mientras, Condoleezza Rice llegó tirando de las orejas a España por su política hacia Cuba. Vino, estrechó varias manos y salió disparada a seguir con su agenda internacional, en la que desde luego no está España. Pocas veces hemos asistido a una visita más desganada y obligada por las sutilezas democráticas; y más rápida, pues tecnicamente es mas bien una escala que otra cosa. A España le corresponde ser visitada por Condi después, no ya de Gran Bretaña, Alemania o Italia, sino de Ucrania, México o Grecia. Y en cinco horas.

Mientras Zapatero nos deja sólos, Zerolo declara la guerra a Polonia, uno de los potenciales aliados europeos de España. Haciendo amigos, en el tono tabernario y bravucón que al Gobierno se le escapa de vez en cuando, Zerolo no es más que el soldadito de plomo del pancartismo militante del PSOE. Y es que la desgracia para España es que el Gobierno sigue pensando que la política exterior es la continuación de la mani contra la guerra y el día del orgullo gay por otros medios. Mientras, los líderes mundiales o no pasan o lo hacen sin entretenerse. Lo pagaremos caro en el futuro.

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