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EDITORIAL

Entre la desvergüenza y el servilismo

¿Por qué actúan con esta desvergüenza? ¿Qué precio temerán pagar a la ETA si no siguen cumpliendo servilmente sus exigencias? ¿Qué precio no estarán dispuestos a que pague la Nación por ello?

Asistimos estos días a un duelo entre la desvergüenza y el servilismo. El Gobierno decidió en su momento sacar a Ignacio de Juana, el sanguinario terrorista de ETA, de la cárcel. La coartada fue un deterioro de su salud provocado por una huelga de hambre, de modo que esa situación sólo era achacable a su ayuno voluntario. Las últimas informaciones apuntan a que, como ha adelantado la prensa, el Gobierno ha retrasado hasta pasadas las elecciones la excarcelación del asesino, previamente decidida por Zapatero, es decir, por sus compañeros de mesa de negociación. El propio terrorista lo anunció antes de que los españoles acudieran a las urnas para que quedase claro quién tomaba las decisiones en este asunto.

Pero es necesario recordar que en el hospital, donde ha recibido las mayores atenciones, De Juana sigue cumpliendo lo que le queda de pena, y que un alta hospitalaria no es una resolución de minoración de penas, por lo que tendría que seguir cumpliéndola, en el hospital o en la cárcel. ETA ha dicho que no, y el Gobierno no se atreverá a llevarle la contraria. La banda sigue dejando claro, en éste como en todos los pasos del cumplimiento por entregas del acuerdo de Zapatero con la ETA, quién tiene la sartén por el mango, quién decide qué paso se debe dar a cada ocasión. La banda, además, está intensificando su extorsión a los ciudadanos para incrementar su poder criminal; es decir, sus razones sobre la mesa de negociación.

Más desvergüenza y más servilismo ante la banda asesina, en este caso en Navarra, y también como parte de la negociación del Gobierno con ETA. El PSOE ha llegado a un acuerdo con los nacionalistas de Nafarroa Bai en la comunidad para desbancar del poder al gobierno constitucionalista de UPN y se dispone a hacer lo mismo en Pamplona, pieza que ha pedido para sí la coalición nacionalista. Pero para echar de la alcaldía a UPN los socialistas necesitan el concurso de ANV, marca electoral de Batasuna-ETA para estas elecciones. Los socialistas y la coalición nacionalista contarán seguramente con el voto de esta formación y acudirán al burdo subterfugio de decir que ellos no han pedido tal apoyo.

El PSOE y los medios afines actúan sin miedo a ser demasiado burdos porque saben que cuentan con un sector de la opinión cautivo, que es inmune a la realidad y que, independientemente de lo que ocurra, seguirá apoyando a los socialistas. Pero también saben que el voto que no se echa en la urna por desencanto o que cambia de un partido a otro les está abandonando, y que con el electorado más entregado no es suficiente para mantenerse en el poder. Si es así, ¿por qué actúan con esta desvergüenza? ¿Qué precio temerán pagar a la ETA si no siguen cumpliendo servilmente sus exigencias? ¿Qué precio no estarán dispuestos a que pague la Nación por ello? Pensarlo produce escalofríos.

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