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George Will

El Estado y el precio de la gasolina

Mientras que las compañías petroleras ganan alrededor de 13 centavos por cada galón de gasolina, el Gobierno federal se lleva 18,4 centavos y los diversos gobiernos de California 40,2, lo que supone el tercer impuesto a las gasolinas más elevado del país.

Los demócratas, hartos de la injusticia que suponen los precios de los carburantes, se han lanzado en ayuda de los acosados conductores. Tan decididos están a defender al oprimido, que no les disuade el hecho de que los automovilistas no parece actuar como tales, pues están cogiendo el coche más que nunca. El consumo de gasolina se incrementó un 2,14% durante el año pasado.

Esta curiosa omisión probablemente se deba a que resulta una verdad inconveniente para la narrativa demócrata. La presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, se mostró tan crispada como siempre cuando aseguró que los demócratas tenían intención de hacer esto y aquello porque el precio de la gasolina había alcanzado un récord al llegar a los 3,07 dólares por galón. Si usamos dólares reales, ajustados a la inflación, en lugar de dólares nominales, ese precio está por debajo del que se pagaba en 1981.

Pelosi prometió, como llevan haciendo los políticos desde que el presidente Richard Nixon iniciase la moda, alcanzar "la independencia energética". Esos compromisos son, al igual que las antiguas cuotas soviéticas de producción de cereal, reflejos irracionales que ninguna persona seria se toma en serio. Pelosi no se anda con rodeos al afirmar que "la independencia energética es esencial para reducir el precio de la gasolina", pero no dice por qué.

Como observa Steven Hayward, del American Enterprise Institute, nadie se lamenta porque el país no sea autosuficiente en otros bienes esenciales, como alimentos, automóviles, aviones o medicinas. ¿Están preocupados de verdad los demócratas por la seguridad del suministro de crudo? Pues resulta que en cierto sentido, según Hayward, el suministro energético de Estados Unidos es más seguro que en los años 70, en parte porque "desde 1975, el consumo energético por unidad del producto interior bruto ha caído un 48%". Además, "el porcentaje del petróleo respecto al consumo energético total norteamericano ha descendido del 44% en 1970 al 40% en el 2005". El petróleo que consume Estados Unidos, del que apenas una octava parte procede de Oriente Medio, se usa casi enteramente en el sector del transporte. La mitad de la electricidad de Estados Unidos se genera a partir de carbón, que el país tiene en grandes cantidades.

Estados Unidos dispone de alrededor de 22.000 millones de barriles de reservas petroleras "demostradas", definidas como "razonablemente seguras de poderse recuperar en años futuros bajo las condiciones económicas y de explotación existentes". Además, existen alrededor de 112.000 millones de barriles que podrían recobrarse mediante la tecnología ya existente de prospección y producción. Con eso, y con menos demócratas como Pelosi, que al mismo tiempo que prometen la independencia energética se oponen a cualquier prospección en el Arctic National Wildlife Refuge de Alaska y a gran parte de las prospecciones costeras, donde se sitúan 87.000 de los 112.000 millones de barriles, al igual que gran parte de los alrededor de 19 billones de metros cúbicos de gas natural extraíble.

Pelosi declaró estar "particularmente preocupada" de que el precio de la gasolina más elevado de todo el país, 3,49 dólares, fuera el de su distrito de San Francisco. De modo que apoyó el proyecto de ley HR 1252 con el fin de proteger a los consumidores de "la especulación ", definida, lo que no resulta de mucha ayuda, mediante un aguacero de adverbios y adjetivos. La especulación tiene lugar cuando los precios de la gasolina son "desmesuradamente" excesivos, o cuando el vendedor eleva los precios "irracionalmente" aprovechando "injustamente" la coyuntura de unas condiciones del mercado "inusuales", o cuando el precio representa una "flagrante" disparidad con respecto al precio del crudo, o cuando la cantidad gravada supera "escandalosamente" el precio al que se puede adquirir la gasolina en la misma zona. Eso sí, la ley no explica cómo puede especular un especulador cuando su producto se puede adquirir a un precio más barato en las cercanías.

En realidad, los electores de Pelosi están siendo víctimas de gente como Pelosi, como representante que es del Estado. Mientras que las compañías petroleras ganan alrededor de 13 centavos por cada galón de gasolina, el Gobierno federal se lleva 18,4 centavos y los diversos gobiernos de California 40,2, lo que supone el tercer impuesto a las gasolinas más elevado del país. El San Francisco de Pelosi recauda un impuesto a la venta local del 8,5%, lo que está por encima de la media de los impuestos de ese tipo en California.

A Pelosi y todos los demás que dicen saber de manera exacta, evidentemente intuitiva, el precio "justo" de la gasolina, seguro que les encanta saber lo sucedido en Merrill, donde Raj Bhandari posee una estación de servicio de BP. Se convirtió en delincuente cuando tuvo lo que a todo el mundo, menos al estado de Wisconsin, le pareció una buena idea. Concedió un descuento de dos centavos por galón a los conductores jubilados y de tres centavos a quienes apoyaran los programas deportivos juveniles locales.

Sin embargo, la Ley de Ventas Anticompetitivas de Wisconsin exige a los minoristas vender la gasolina a un 9,18% por encima del precio mayorista. El maravillosamente mal bautizado Departamento de Agricultura, Comercio y Protección al Consumidor del estado ha protegido a los consumidores de los descuentos de Bhandari obligándole a elevar sus precios. Algunos clientes piensan ahora que está especulando.

Algunos legisladores de Wisconsin están considerando cambiar esa ley para que permita a los minoristas hacer descuentos en los combustibles en beneficio de aquellas cosas que los legisladores piensan que deberían beneficiarse. Tanto en Madison, capital de Wisconsin, como en Washington, D.C., se considera una excentricidad pensar que el Estado debería dejar de interferir, dejando que las personas compren y vendan como les plazca, dejando que los mercados se equilibren.

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