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¿Alarma climática?

Algunos economistas están estudiando los beneficios de adaptarse a escenarios moderadamente más calurosos y aseguran que sobrepasan a los costes de luchar contra el cambio climático.

George W. Bush vuelve a ser el blanco de todas las críticas. Le han llovido desde dentro y fuera del balneario de Heiligendamm, donde se celebra la Cumbre del G-8. Se le acusa por enésima vez de unilateralismo y de ignorar el consenso de la comunidad internacional. Esta vez, el motivo es no seguir exactamente los mismos pasos que algunos países europeos para luchar contra el cambio climático, el asunto de moda.

Angela Merkel pretende que los ocho grandes países industrializados acuerden una reducción unilateral de emisión de gases. Al igual que el Protocolo de Kioto, esta propuesta no compromete a China y a India. La globalización –contra la que los activistas protestan violentamente a las afueras de Heiligendamm– es precisamente la que ha situado a estas dos potencias asiáticas a la cabeza del nuevo siglo, cambiando la jerarquía del orden económico mundial. Pero también les ha situado entre los países más contaminantes del mundo, y van a más. Mientras un país europeo desmantela una planta que emite gases nocivos, China construye una nueva. ¿Cuál es el efecto neto en el calentamiento global? Cero. Europa es el pasado y Asia es el futuro, también en el cambio climático.

Bush ha propuesto que los 15 países que engloben el 85% de las emisiones que producen el efecto invernadero –entre ellos China e India– determinen antes de 2009 una meta a largo plazo para luchar contra el calentamiento del globo. Los europeos son escépticos, como lo son ante cualquier propuesta de la administración norteamericana. Los estados miembro prometieron este año al mundo que reducirían entre un 20 y un 30% sus emisiones de gas para el año 2020. Se declararon prácticamente salvadores del mundo con este juramento y todo a pesar de que la UE, en su conjunto, no ha cumplido con los requisitos de Kyoto a los que comprometió anteriormente. Pero los europeos quieren apuntarse a la moda del alarmismo climático.

Al Gore es sin duda un comunitario más. Desde la gran mansión donde vive a todo trapo se ha convertido en el gran político alarmista, junto a Blair. El cambio climático es para él una religión y no una ciencia. Pero la ciencia le cuestiona sus apocalípticas conclusiones. Según Al Gore, en el próximo siglo el nivel del mar aumentará pavorosamente hasta 20 pies. Según otro gran alarmista, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, aumentará quizá 17-23 pulgadas. Desconcertante.

Algunos economistas están estudiando los beneficios de adaptarse a escenarios moderadamente más calurosos y aseguran que sobrepasan a los costes de luchar contra el cambio climático. Lo cierto es que lo único que sabemos con certeza al respecto es que la temperatura se incrementó un grado en el último siglo. Casi todo lo demás son aún conjeturas.

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