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Carlos Semprún Maura

Sin sorpresas

La dinámica presidencial de Nicolas Sarkozy ha funcionado perfectamente en esta primera vuelta. Hay que decir que se ha visto magníficamente ayudado por los socialistas y por la izquierda en general quienes, divididos, han hecho una pésima campaña

Como las elecciones legislativas en Francia se desarrollan en dos vueltas, con escrutinio mayoritario, este domingo 10 de junio, sólo un corto tercio de los diputados han salido elegidos, y casi todos los comentarios se basan en encuestas de opinión sin la menor sorpresa. La mayoría presidencial obtendría el domingo que viene entre 405 y 445 diputados, la izquierda, no unida, pero reunida por obligación, entre 120 y 160. El resto debería conformarse con escasas migajas.

Pero dejemos las estimaciones para ver algunos datos concretos: la participación electoral en las dos vueltas de las presidenciales fue muy elevada: el 84 y el 85% y todo el mundo se felicitaba por esta sana reacción democrática que contradecía según se dijo, el desinterés de los franceses por la política y las elecciones. Esta vez, en cambio, la abstención ha alcanzado el 40%. Pero eso quiere decir, sobre todo, que hace años que los electores franceses se interesan más por las presidenciales que por las legislativas u otras elecciones locales y regionales. No hablemos ya de las europeas, en las que la abstención supera siempre el 50% y, a veces, el 60%.

El porcentaje de votos para los partidos ha sido el siguiente: 45% para la UMP y 36% para la izquierda, mayoritariamente para el Partido Socialista, porque la extrema izquierda se derrumba: el PCF, que tenia 21 diputados, obtendrá 4 o 5, los trotskistas y los comités José Bové que no tenía ninguno se irán a su paraíso artificial, sin el menor parlamentario. Los verdes, que tenían 3, probablemente los perderán. El Frente Nacional también se ha hundido, sacando un 5% cuando en precedentes primeras vueltas de las legislativas obtenía el 10 o el 12%.

Pero el fracaso más rotundo es el de François Bayrou. Su estrepitosa ruptura con la UMP, que le ha impulsado a la escisión de su partido, la UDF, le ha llevado al desastre. Su nuevo partido, el Movimiento Demócrata, tendrá apenas 5 diputados, mientras que la UDF Nuevo Centro, que permanece como aliado de Sarkozy y cuyo líder, Hervé Morin, es el actual ministro de Defensa, puede contar con unos 20.

O sea, que la dinámica presidencial de Nicolas Sarkozy ha funcionado perfectamente en esta primera vuelta. Hay que decir que se ha visto magníficamente ayudado por los socialistas y por la izquierda en general quienes, divididos, han hecho una pésima campaña, sin ideas, repitiendo la rancia propaganda contra los ricos y la derecha; parece que los franceses prefieren a los ricos y a la derecha. Uno de los problemas del PS es que la única que mantiene cierta popularidad es Ségolène Royal y es la peor.

Sarkozy, por lo tanto, está en vísperas de obtenerlo todo: la Presidencia, el Gobierno, y una mayoría parlamentaria indiscutible. Cabe preguntarse qué hará con todas esas bazas. En su última actuación, en la cumbre del G-8, se ha limitado a desbarrar sobre el clima y repetir el mantra habitual de la ayuda a África, cuando luego muchos países africanos son más ricos que el Kosovo. Da mala espina.

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