Como las elecciones legislativas en Francia se desarrollan en dos vueltas, con escrutinio mayoritario, este domingo 10 de junio, sólo un corto tercio de los diputados han salido elegidos, y casi todos los comentarios se basan en encuestas de opinión sin la menor sorpresa. La mayoría presidencial obtendría el domingo que viene entre 405 y 445 diputados, la izquierda, no unida, pero reunida por obligación, entre 120 y 160. El resto debería conformarse con escasas migajas.
Pero dejemos las estimaciones para ver algunos datos concretos: la participación electoral en las dos vueltas de las presidenciales fue muy elevada: el 84 y el 85% y todo el mundo se felicitaba por esta sana reacción democrática que contradecía según se dijo, el desinterés de los franceses por la política y las elecciones. Esta vez, en cambio, la abstención ha alcanzado el 40%. Pero eso quiere decir, sobre todo, que hace años que los electores franceses se interesan más por las presidenciales que por las legislativas u otras elecciones locales y regionales. No hablemos ya de las europeas, en las que la abstención supera siempre el 50% y, a veces, el 60%.
El porcentaje de votos para los partidos ha sido el siguiente: 45% para la UMP y 36% para la izquierda, mayoritariamente para el Partido Socialista, porque la extrema izquierda se derrumba: el PCF, que tenia 21 diputados, obtendrá 4 o 5, los trotskistas y los comités José Bové que no tenía ninguno se irán a su paraíso artificial, sin el menor parlamentario. Los verdes, que tenían 3, probablemente los perderán. El Frente Nacional también se ha hundido, sacando un 5% cuando en precedentes primeras vueltas de las legislativas obtenía el 10 o el 12%.
Pero el fracaso más rotundo es el de François Bayrou. Su estrepitosa ruptura con la UMP, que le ha impulsado a la escisión de su partido, la UDF, le ha llevado al desastre. Su nuevo partido, el Movimiento Demócrata, tendrá apenas 5 diputados, mientras que la UDF Nuevo Centro, que permanece como aliado de Sarkozy y cuyo líder, Hervé Morin, es el actual ministro de Defensa, puede contar con unos 20.
O sea, que la dinámica presidencial de Nicolas Sarkozy ha funcionado perfectamente en esta primera vuelta. Hay que decir que se ha visto magníficamente ayudado por los socialistas y por la izquierda en general quienes, divididos, han hecho una pésima campaña, sin ideas, repitiendo la rancia propaganda contra los ricos y la derecha; parece que los franceses prefieren a los ricos y a la derecha. Uno de los problemas del PS es que la única que mantiene cierta popularidad es Ségolène Royal y es la peor.
Sarkozy, por lo tanto, está en vísperas de obtenerlo todo: la Presidencia, el Gobierno, y una mayoría parlamentaria indiscutible. Cabe preguntarse qué hará con todas esas bazas. En su última actuación, en la cumbre del G-8, se ha limitado a desbarrar sobre el clima y repetir el mantra habitual de la ayuda a África, cuando luego muchos países africanos son más ricos que el Kosovo. Da mala espina.