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Richard W. Rahn

La supuesta especulación de precios

El Congreso de Estados Unidos ha sido cómplice de la OPEP al reducir artificialmente la oferta de gasolina. De modo que, si quiere buscar a los culpables de los altos precios del carburante, que se mire en el espejo.

Mark Twain decía, con sarcasmo, que "el Congreso es la única clase autóctona de delincuentes en Estados Unidos". Recientemente recordé la frase de Twain, cuando el Congreso promulgó una ley contra la especulación en el precio de la gasolina, sin definir el término más allá de referirse a "precios no razonables".

Los precios suelen aumentar cuando la demanda crece más que la oferta, que es exactamente lo que pasa con la gasolina. El precio de la gasolina depende del precio mundial de su materia prima, el petróleo, y de la capacidad y coste de su refinación. El aumento actual se debe a este último factor. Pero en tal caso, ¿por qué no se han construido más refinerías?

Hágase la siguiente pregunta: ¿acaso usted invertiría en una nueva refinería sabiendo que la producción petrolera nacional seguirá bajando debido a que el Congreso ha prohibido la explotación en el norte de Alaska y en casi todas las costas del país? Además, el Congreso ha hecho prácticamente imposible la construcción de nuevas instalaciones con sus excesivas restricciones ambientales. Por otra parte, también ha decidido subvencionar la producción de otras fuentes de energía, como el etanol, poniendo a la gasolina en desventaja frente a la competencia. Y cuando ocasionalmente los precios suben a niveles que permitirían recuperar inversión de miles de millones en una nueva refinería, entonces el Congreso amenaza con la cárcel a quien cobre precios de mercado. Además, sabemos que la tecnología de las baterías avanza y en un par de décadas la mayoría de los vehículos utilizarán electricidad en lugar de gasolina.

Durante los últimos treinta años, refinar gasolina ha sido un negocio con un margen de beneficios muy estrecho, aunque ahora mismo resulta muy lucrativo. Los inversores saben perfectamente, por todas las razones que hemos mencionado, que estos beneficios tan altos no durarán lo suficiente como para justificar las decenas de miles de millones de dólares que harían falta para construir nuevas refinerías. Si no fuera así, todos los progres ricos –los Kennedy, los Kerry, los Pelosi, George Soros, etc.– estarían dándose toda la prisa del mundo para llevarse esos "beneficios no razonables" en lugar de exigir controles de precios.

En las últimas dos décadas, los precios en general se han doblado debido a la inflación, la cual es causada por el Gobierno, específicamente por la Reserva Federal, que es el Banco Central de Estados Unidos. Sin embargo, muchos precios han bajado en términos reales: la mayoría de los alimentos y de la ropa cuesta menos hoy que hace 20 años, gracias a que la competencia ha mejorado la eficiencia. Hasta los automóviles han bajado de precio en términos reales, si tomamos en cuenta su mayor calidad, seguridad y confiabilidad.

Sin embargo, algunos precios han aumentado más rápidamente que la inflación, pero si se mira a los casos siempre encontramos detrás la pesada mano del Gobierno, debido a que, aun ajustando la inflación, los gastos del Estado federal han aumentado 60% desde 1984, los impuestos un 57%, el gasto gubernamental en educación un 150% y los salarios de los miembros del Congreso un 17%. Si el Gobierno operara tan eficientemente como el sector privado de Estados Unidos, no hubieran aumentado los impuestos, que ahora son más de 8.000 dólares por persona al año o 32.000 dólares para una familia de cuatro.

¿Acaso la educación pública ha mejorado 150 por ciento? Nadie se lo cree. Si analizamos las áreas donde se han disparado los precios, como la educación, la salud y el transporte público, encontramos siempre la ineficiente y corrupta mano del Gobierno.

La industria petrolera es competitiva a nivel mundial, pero abundan las manipulaciones de los gobiernos, como es el caso de la OPEP. El Congreso de Estados Unidos ha sido cómplice de la OPEP al reducir artificialmente la oferta de gasolina. De modo que, si quiere buscar a los culpables de los altos precios del carburante, que se mire en el espejo.

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