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Luis Hernández Arroyo

La gran lección de China

No se puede alcanzar la eficiencia capitalista sin derechos de propiedad garantizados; y estos, a su vez, sólo están garantizados en un régimen de libertades en el que se tenga una confianza aceptable.

La gran ventaja del caso chino y sus problemas de adaptación al sistema capitalista (los tiene, y cada vez más difíciles de resolver) es que no enseña lecciones perdurables. China quiere tener las ventajas del capitalismo pero sin perder el monopolio del poder que detenta el partido comunista. Esto se ha visto con benevolencia sin par en nuestro país, entre otras cosas porque mientras se llame “comunista” nuestra inculta y sectaria izquierda babeará de emoción, aunque allí se ejecuten condenas a muerte un día sí y otro también.
 
¿Es posible que China logre ese objetivo y se convierta en el primer país de la historia dictatorial-comunista y eficiente en lo económico? Pues los obstáculos crecientes con los que está tropezando  para tener un sistema financiero fiable y viable me dicen que no.
 
Esa es la gran lección de China: que no se puede alcanzar la eficiencia capitalista sin derechos de propiedad garantizados; y estos, a su vez, sólo están garantizados en un régimen de libertades en el que se tenga una confianza aceptable en los diferentes tribunales y registros de propiedad donde se decide que lo que es tuyo es tuyo. Esto es, un régimen en el que si hay un “error” o un “escamoteo”, sabes que te van a devolver el bien distraído.  Tan seguro, que, como los españoles hacemos habitualmente, ni te molestas en ir al registro más que cuando quieres vender o comprar un bien...
 
En fin, lo que se llama una democracia, aunque la propiedad con la dictadura franquista estaba bien garantizada (quizás mejor que ahora, vistos los casos depredadores de Endesa, la CNMV, etc y lo que queda por venir). No deja de ser esto un argumento muy fuerte en favor de la democracia, que no es, por cierto,  sólo votar. ¿Puede un ciudadano chino confiar en que esto llegue en un plazo fijo? No, mientras siga el régimen comunista, que por definición es adverso a la propiedad.
 
China puede compararse, con todas las reservas debidas, al final del franquismo. Franco se murió, y España evolucionó hacia un régimen que reforzaba la garantía de esos derechos que ya existían. En China, la muerte sucesiva de los mandatarios no es la muerte del régimen, que siente el vacío bajo sus pies cuando se plantea una reforma política... 
 
Ahora, ese régimen democrático español, modelo para tantos países que han salido de una dictadura, está a punto de perecer por las razones que todos sabemos. Y no sólo por la acción del gobierno, sino por la omisión del PP y su “líder” Rajoy.

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