Benjamí Cervera, alcalde de ERC en el ayuntamiento de Portbou, fronterizo con Francia, tuvo que salir deprisa y corriendo en febrero de 1939 para evitar que los falangistas lo mataran. Según informa La Vanguardia, antes de partir cerró con llave la caja fuerte de su despacho. Así ha permanecido durante 72 años.
El despacho fue ocupado después por alcaldes franquistas y en 1978 se construyó un nuevo Ayuntamiento. La caja fuerte se quedó en el viejo y ha servido para clavar clavos, para sentarse, para auparse, sin que nadie reparara en ella.
Cuenta La Vanguardia que una semana antes de las elecciones municipales el teniente de alcalde Joan Gubert decidió inspeccionar el interior de la caja, para lo que hicieron un agujero y metieron una cámara de fotos. "Estaba llena". La abrieron con una radial y extrajeron todo lo que había.
La caja guardaba en su interior una relación con los nombres y apellidos de los vecinos que habían hecho donaciones para comprar una emisora y coordinarse con los municipios vecinos a la hora de defenderse de los nacionales. Es decir, que primero la gestora militar que se hizo cargo del pueblo nada más terminar la guerra y los alcaldes franquistas después, vivieron con una suculenta lista de 'rojos' delante de sus narices a los que depurar y ni se enteraron.
En la caja fuerte también había duros de plata de 1877, billetes de la República, francos franceses, calderilla de cobre, una medalla de la Pilarica, unas gafas de oro, una vieja libreta de la Caixa de Pensiones y certificados de defunción y de nacimiento. Al parecer, parte del botín pertenecía a una señora que se había negado a colaborar con la República y había sido expropiada. Algunos de los hallazgos estaban envueltos en el diario La Lucha.