
La adicción a las pantallas se ha convertido en un problema en la sociedad. Esta obsesión por estar conectados pone en peligro a gran parte de la población, sobre todo a los adolescentes. Según Cáritas, uno de cada cinco jóvenes está en riesgo de volverse adicto a las pantallas. El porcentaje de chicos que ellos atienden se encuentra en un 19,1%. Asimismo, la mitad de las personas tratadas por adicción a las pantallas son adolescentes.
A pesar de que se ha intentado establecer un número límite de horas para estar con las pantallas, las necesidades de cada persona son distintas. Sin embargo, hay un punto en el que todas las investigaciones están de acuerdo: las pantallas deberían estar prohibidas antes de los dos años de edad, incluidas las de las televisiones. En cuanto a los niños de 3 a 4 años, la Organización Mundial de la Salud establece que el tiempo dedicado a actividades sedentarias frente a una pantalla no debe exceder de una hora, aunque cuanto menos mejor.
La preocupación de los expertos en salud cada vez es mayor, y lo mismo ocurre con la de los padres, quienes temen que el uso excesivo de dispositivos tecnológicos perjudique la calidad del tiempo en familia, la salud física, el bienestar emocional y la concentración de los niños. De hecho, según una encuesta de Bienestar digital infantil realizada por Internet Matters, el aumento del uso de los dispositivos tecnológicos coincide con la creciente preocupación de los padres en referencia al tiempo consumido de pantallas por sus hijos.
Creciente preocupación de los padres
La encuesta se realizó a 1000 familias distintas con el objetivo de investigar el impacto de la tecnología en el bienestar físico, emocional, social y de desarrollo de los niños. Más de la mitad de los padres entrevistados, concretamente el 63%, dijeron creer que el tiempo online afectaba negativamente a la salud de sus hijos, mientras que el 57% cree que las pantallas afectan al sueño de los más pequeños.
Asimismo, una cuarta parte de los niños declaró experimentar efectos físicos negativos con respecto al tiempo que pasaban frente a dispositivos tecnológicos, como un aumento de la fatiga, dificultades de concentración, problemas de visión y mala postura.
Efectos negativos
En cuanto a problemas de salud concretos, el uso desorbitado de los móviles puede generar distintos problemas.
- Riesgo de obesidad: los más pequeños dejan las actividades de lado para sumergirse en las tecnologías. Según las estadísticas, un 30% de niños que cuentan con distintos aparatos tecnológicos en la habitación son candidatos a ser obesos.
- Reducción del sueño: el uso de móviles perjudica al sueño. La luz azul que emiten las pantallas interfiere con la producción de melatonina, además de aumentar la estimulación mental debido a la interacción con las redes sociales.
- Problemas de atención: la cantidad de contenido que los niños consumen en Internet en un corto período de tiempo afecta su capacidad de atención, concentración y memoria.
Esto sucede porque la sobrecarga de información dificulta su capacidad para enfocarse en una sola tarea o retener detalles importantes, lo que reduce su eficacia cognitiva a largo plazo.
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Peligro de radiación: algunos estudios han sugerido que la exposición prolongada a la radiación de los dispositivos móviles podría tener efectos potenciales en la salud a largo plazo, como un posible aumento en el riesgo de algunos tipos de cáncer.
- Sobreexposición del menor: los menores en Internet están expuestos a multitud de peligros, como ciberbullying, el acceso a contenido inapropiado, el contacto con personas desconocidas, el robo de información personal o sexting.
- Afectación del desarrollo cerebral: el cerebro de los niños se desarrolla durante los primeros 21 años de vida, especialmente hasta los dos años, cuando su tamaño se triplica. La exposición excesiva a dispositivos como móviles, tablets, televisores y ordenadores puede afectar su desarrollo, volviéndolos más impulsivos, poniendo en riesgo su desarrollo cognitivo y dificultando su autocontrol.