La albahaca es una hierba aromática que se utiliza mucho en el ámbito gastronómico para condimentar los platos, ya que ofrece un toque de frescura, provocando que una simple receta destaque. Esta especie se puede comprar en el supermercado más cercano, pero es más recomendable utilizar albahaca fresca, no obstante, no todo el mundo sabe cuidar de una planta.
Esta especie se adapta con facilidad tanto a entornos de exterior como interior. Asimismo, es una planta que no requiere de grandes cuidados para crecer y su propio aroma repele los insectos, lo cual es una ventaja a la hora de evitar plagas, aunque las bajas temperaturas del invierno pueden afectar a la calidad y salud de la maceta. Este problema se puede solucionar siguiendo tres sencillos pasos.
El cuidado de la planta
La iluminación: es un punto clave para el desarrollo correcto de esta planta, ya que requiere de luz solar directa para poder crecer. En primavera y verano basta con ponerla cerca de una ventana, pero en invierno y otoño es necesario utilizar bombillas que simulan los rayos del sol, las luces LED diseñadas para el cultivo de plantas pueden ser una buena opción.
El riego: la cantidad de agua que se utiliza también es importante, dado que esta especie no tolera los cambios bruscos, por ello, el exceso de riego o la falta de agua durante varios días podría matarla. Es importante regar únicamente cuando la tierra está seca y se debe evitar encharcamientos utilizando macetas con agujeros que permitan drenar el agua. También hay que tener cuidado con la humedad, por lo que es esencial controlar el estado del suelo, sino las raíces podrían llegar a pudrirse.
La poda: no se pueden cortar las ramas o las hojas de cualquier forma, si se quiere mantener una planta frondosa. Es de vital importancia cortar siempre la punta de las ramas, por encima del nodo, para que el tallo siga creciendo.
¿Cómo detectar problemas?
Si a pesar de seguir todos estos pasos la planta se ve debilitada puede ser por varios motivos. Un cambio en el color de las hojas (en tonos amarillos) puede significar que hay una exceso de riego o el sustrato no tiene los nutrientes necesarios. Lo ideal en estos casos es regar con menos frecuencia y fertilizar la tierra. Si la planta no crece puede ser por falta de luz, cambiar la ubicación de la maceta sería la solución.