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La flor de hibisco, una opción distinta para transformar tu jardín en un paraíso exótico

Esta planta, poco común en España, destaca por su floración abundante, su valor ornamental y su impacto visual en espacios exteriores.

La flor que cambiará el aspecto del jardín: el hibisco | Canva

Cada vez es más frecuente que los jardines reflejen una búsqueda de identidad, originalidad y distinción frente a la uniformidad del entorno. La elección de especies singulares y vistosas responde al deseo de crear espacios que transmitan carácter y sensibilidad estética. En este contexto, las plantas capaces de combinar belleza, presencia escénica y valor ornamental adquieren protagonismo. No se trata solo de llenar con verde, sino de elegir elementos que hablen por sí solos. En este afán por destacar, el hibisco emerge como una opción distintiva y cautivadora.

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El hibisco deslumbra con sus flores grandes y vibrantes, cuyas formas onduladas y colores intensos evocan paisajes tropicales llenos de exuberancia. Poco común aún en los jardines españoles, su presencia transforma cualquier rincón en un entorno de armonía visual y belleza singular. El contraste entre su follaje brillante y las corolas abiertas con simetría casi perfecta genera una estética envolvente y equilibrada. Cultivado en climas suaves, ofrece una floración generosa que aporta vitalidad y una nota exótica difícil de igualar.

Los cuidados esenciales

El hibisco crece mejor en climas cálidos o templados, como el sur y el levante español, donde los inviernos son suaves. En zonas frías conviene cultivarlo en maceta para protegerlo del frío extremo. No necesita invernadero, pero sí resguardo ante heladas y viento. La variedad rosa-sinensis es más sensible que syriacus, de mayor resistencia.

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