Antes de pronunciar su primer discurso a las autoridades civiles y religiosas maltesas, ya ha dedicado algunas palabras a los periodistas que le acompañaban en el viaje y lamentó que la Iglesia "haya sido herida por nuestros pecados".
El viaje, que empezó en medio de un ambiente entusiasta y festivo, se produce en plena polémica por los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes católicos en distintos países del mundo.
En un su encuentro con la prensa no mencionó directamente la palabra "abusos" o "pedofilia", pero sí se mostró preocupado por la expansión de las cenizas del volcán islandés por el continente europeo y deseó tener "un buen viaje a pesar de esta nube oscura" que cubre el cielo.
En su discurso de bienvenida quiso definirse a sí mismo como un peregrino, tras las huellas de San Pablo, quien hace casi dos mil años evangelizó por primera vez la isla tras sufrir un naufragio cerca de sus costas. "Alguien podría considerar la llegada de San Pablo a Malta como un simple accidente de la historia", aseguró el Pontífice, cuando "en realidad, Malta ha sido encrucijada de numerosos grandes eventos" añadió.
También hoy, "Malta tiene mucho que ofrecer", afirmó. En particular, se refirió a temas como la inmigración, así como al "válido papel" que este pequeño país juega en "los debates actuales sobre la identidad, la cultura y las políticas europeas", aseguró.
Por su parte, el presidente Abela quiso abordar en su discurso el problema de la pedofilia en la Iglesia, considerando que "sería equivocado utilizar las reprensibles ligerezas de unos pocos para proyectar una sombra sobre toda la Iglesia", proclamó.