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Paul Newman ante su último destino, por SANTIAGO NAVAJAS

En la galaxia de estrellas americanas seguramente nadie tan generoso con el talento ajeno como Paul Newman.  Poseedor de un físico magnético y una técnica interpretativa de impacto, sin embargo no era un chupón del plano y es habitual recordarlo bailando armónicamente con monstruos interpretativos, de Elizabeth Taylor en La gata sobre el tejado de cinc a Tom Hanks en Camino a Perdición, pasando por Robert Redford en Dos hombres y un destino o Steve McQueen en El coloso en
llamas
.

Si la historia del cine es la historia de los rostros que han ido tatuando las pantallas cinematográficas, Paul Newman ocupa un fotograma de oro.  O varios.  Porque a su belleza pluscuamperfecta de Adonis que sustituyó a James Dean, cuando éste falleció, en Marcado por el odio, sucedió la serenidad madura de El golpe y la dignidad de las arrugas en la portentosa y conmovedora Veredicto final.

Como los grandes vinos Newman mejoró con el tiempo.  Aunque en sus inicios aún estaba agarrotado por los tics aprendidos en el Actor's Studio, poco a poco se fue desembarazando hasta alcanzar una economía gestual y una  eficiencia interpretativa a la par de la de los más grandes.

Lamentablemente su carrera como director cinematográfico no fue pródiga en cantidad, pero sí en calidad. Pequeños y humildes retratos de dramas provincianos, Harry e hijo o El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas, muestran de manera diáfana el talante humanista de un hombre de dimensión renacentista.

El mejor modo de homenajearlo es montarse una sesión doble en casa con las dos cúspides de su carrera: El buscavidas y El color del dinero, el díptico sobre el pícaro americano Fast Felson, que se tendrá que
enfrentar, en un arco temporal de veinticinco años, a la elegancia olímpica de Jackie Gleason y la ambición posmoderna de Tom Cruise, su sucesor natural en la melodía encadenada de estrellas que hoy suena con acordes de réquiem en la muerte de un gran actor, una gran figura y un gran hombre.

Santiago Navajas es profesor de filosofía y editor del blog Cine y política.

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