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Un rumano se quema a lo bonzo para protestar por la situación en la que se encuentra en España

Un ciudadano rumano se roció de gasolina y se quemó "a lo bonzo" frente a las dependencias de la Subdelegación del Gobierno de Castellón este martes. El hombre se encuentra en grave estado en un centro sanitario, informaron testigos presenciales. El rumano quería protestar por la situación económica en la que se encuentran en España tanto él como su familia.

Un ciudadano rumano se roció de gasolina y se quemó "a lo bonzo" frente a las dependencias de la Subdelegación del Gobierno de Castellón este martes. El hombre se encuentra en grave estado en un centro sanitario, informaron testigos presenciales. El rumano quería protestar por la situación económica en la que se encuentran en España tanto él como su familia.
L D (EFE) Según explicaron a Efe,un hombre de origen rumano, de entre cuarenta y cincuenta años, se roció con la gasolina que portaba en una botella de agua de litro y medio. Tras varios minutos amenazando con prenderse fuego y pese a los esfuerzos de disuadirle de su mujer y otros dos familiares, el hombre utilizó un mechero para encender la gasolina entre los gritos de las personas presentes.

Inmediatamente, dos agentes de la Guardia Civil intentaron desprenderle las ropas y sofocaron el fuego. A los pocos minutos acudió una SAMU y el herido fue trasladado a un centro hospitalario. Uno de los agentes resulto herido en una mano al tratar de apagar el fuego.

La mujer del quemado explicó a los medios de comunicación presentes que su marido, su hija y su nieto habían venido a España para trabajar y habían sido estafados tanto en el trabajo como en la casa en la que supuestamente iban a vivir. "Ante la desesperación", explicó la mujer, su marido se habría prendido fuego.
 
Isabella, la hija, explicó que su familia quiere regresar a Rumanía y que para ello necesitan que alguien les preste cerca de cuatrocientos euros para pagar los billetes, un dinero que ellos se comprometen a devolver. La joven insistió en que su familia no llegó a España con ánimo de robar o de prostituirse, sino con el propósito de trabajar, y señaló que durante un tiempo se dedicaron a vender latas de refrescos en la playa, pero dejaron de hacerlo cuando supieron que esa actividad está prohibida.

Añadió que, a través de diferentes trabajos, lograron reunir el dinero suficiente para poder comprar los billetes de vuelta a su país, pero alguien les estafó, por lo que, dijo, ahora ya no confían en nadie. Además, Isabella explicó que cada vez que han llamado a la Policía Local para reclamar ayuda, éstos se han puesto en contacto con los servicios sociales, quienes, a su vez, han llamado a la Cruz Roja, de forma que el proceso que convierte en un círculo al que nadie pone fin.

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