La exabadesa del Monasterio de Belorado y líder del cisma declarado el 13 de mayo de 2024, Laura García de Viedma, ha acudido este viernes al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº1 de Briviesca (Burgos) para declarar como investigada por un presunto delito de apropiación indebida, relacionado con la venta de 1,7 kilos de oro que eran propiedad de la comunidad religiosa a la que representaba por un total de 130.000 euros.
Un asunto que adelantó en su momento el Diario de Burgos y que vio la luz muy poco después de que se supiera que las cismáticas de Belorado habían estado cobrando indebidamente la pensión de una monja fallecida durante años (unos 15.000 euros). Según explicó el periódico, los investigadores del caso —que investigaron el origen de las piezas— se sorprendieron del considerable tamaño de las mismas.
Libertad Digital pudo corroborar entonces que la Archidiócesis de Burgos había sido informada de los hechos investigados por la policía. Fuentes cercanas al caso han explicado a este periódico que la operación fue detectada "en el marco de la vigilancia rutinaria que realiza el Cuerpo Nacional de Policía en venta de objetos y materiales singulares" y que tenían la sospecha de que el oro en cuestión procedía "de los fondos del monasterio".
En los tribunales se dirimirá si García de Viedma —sor Isabel de la Trinidad, antes de ser excomulgada junto con las otras nueve monjas del convento burgalés que decidieron romper con Roma— tenía legitimidad para vender dicho oro cuando ya había sido expulsada de la vida consagrada y se había nombrado al actual arzobispo de Burgos, Mario Iceta, como responsable legal en calidad de comisario pontificio.
La exabadesa, que se sigue negando a abandonar el cenobio y podría ser desalojada del mismo próximamente, no ha querido hacer declaraciones a la prensa. Sí las ha hecho su abogado, Enrique García de Viedma, quien ha insistido en que "no existe engaño para nadie". "No existe ánimo de lucro y no puede existir delito", esa es la línea que mantendrá su defensa que —a nadie se le escapa, dada la coincidencia de apellido— tiene una relación de parentesco con la acusada.
La gestión de la exabadesa
Laura García de Viedma llegó a Belorado en 1998. Para entonces había cumplido 14 años como religiosa, cuenta ella misma en uno de los videos publicados en redes sociales después de la declaración de cisma. Tenía las horas contadas como madre abadesa antes de la ruptura con Roma anunciada el pasado 13 de mayo. Unos días más tarde (el día 29), debía haber abandonado el cargo. Para entonces, llevaba 12 años al frente del convento (dos trienios ordinarios y dos extraordinarios, el máximo permitido) y ya había agotado todas las vías posibles para mantenerse en el puesto.
En los últimos meses han salido a la luz los detalles de su nefasta gestión al frente de los monasterios de Belorado, Derio y Orduña. Las cuentas de los conventos estaban sin blanca y las facturas sin pagar se acumulaba encima de la mesa. Las exmonjas "viven a todo plan", explicaron fuentes eclesiales cercanas al caso a LD. No hay justificación alguna para que la comunidad tuviese "once empleados, cuando lo normal en cualquier convento es que haya una o dos personas contratadas", argumentaban. "Lo de Belorado no hay quien lo mantenga", aseveraron, "es una ruina".
A pesar de la imagen que intentaron dar -nos decían- sus deliciosas trufas nunca fueron rentables. "No son negocio para ningún convento, eso es para todos igual", nos explicaron. Con más motivo para el burgalés, dado que "usan chocolates muy caros" y con lo que ganan "tienen que pagar esa materia prima". Por otro lado, achacan la deriva económica de los monasterios a la mala cabeza de la exabadesa. "Funciona a golpe de ocurrencia", señalaron, "no hay más que ver el criadero de perros que montaron, que era un negocio ruinoso además de ilegal". Y lo peor es que "gastaba como si fuera una multinacional".
El nuevo negocio
A principios de marzo, las exmonjas abrieron su "restaurante de clausura" —como lo denominan ellas— en tierras asturianas: ‘Santa María del Chicu’. Una casa de comidas donde se ofrecen platos típicos de la gastronomía local, aderezados por los deliciosos chocolates que conquistaron a los paladares más exigentes de Madrid Fusión hace unos años.
Para poder llevarlo a cabo, las antiguas clarisas alquilaron —por 1.600 euros al mes— un pequeño hotel de apenas 10 habitaciones, llamado la ‘La Ribera del Chicu’ y ubicado en la villa de Arriondas. Este es el lugar al que se ha trasladado parte del grupo de religiosas que fueron excomulgadas y expulsadas de la vida consagrada el pasado 22 de junio, para montar su negocio, que incluye otro criadero de perros (a pesar de que no les funcionó en el pasado).
El resto continúa viviendo el Monasterio de Nuestra Señora de Bretonera, propiedad de una orden a la que ya no pertenecen. Tres de las cismáticas están al frente del restaurante, ubicado en la planta baja del inmueble (la planta superior se ha destinado a la vivienda de las exreligiosas): sor Myriam, sor Sion y sor Alma, que siguen utilizando su nombre de religiosas a pesar de su condición de excomulgadas.
Sánchez ya ha dejado claro que un medio crítico como este es un obstáculo. Nos halaga pero necesitamos tu ayuda para demostrarle que lo que dice es cierto. Hazte socio del Club LD.